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 miércoles, 14 de noviembre de 2007  
Madrid pone paños fríos a la polémica

Madrid. — Después del ya famoso “¿Por qué no te callas?” del rey Juan Carlos a Hugo Chávez, el gobierno español intenta enfriar la crisis diplomática con Venezuela, ante el temor de que un recrudecimiento de la situación repercuta en los miles de españoles que residen en el país sudamericano o en los multimillonarios intereses de empresas españolas allí asentadas.

Pese a la insistencia del opositor Partido Popular (PP) y de las presiones de la prensa conservadora, que lo tildan de “débil y tibio”, el Ejecutivo del socialista José Luis Rodríguez Zapatero descarta llamar a consultas o incluso retirar al embajador de España en Caracas, Dámaso de Lario, según quedó plasmado ayer en diversas declaraciones de fuentes oficiales.

El gobierno español tampoco se plantea, al menos por ahora, convocar al —recién estrenado— embajador de Venezuela en Madrid, Alfredo Toro, para transmitirle su malestar. Esto, sin embargo, podría cambiar si Chávez, como recogen los medios en España en amplia cobertura, insiste con sus “insultos”.

Si el pasado fin de semana el rey Juan Carlos, como jefe de Estado español, mandó a callar a Chávez en la Cumbre Iberoamericana de Santiago, Chile, ahora Madrid ha optado por la “diplomacia callada”, y esto quizás mordiéndose la lengua, ya que el malestar en España es importante.

Así, los medios españoles no dejan de difundir informaciones sobre nuevos ataques del venezolano, según las cuales él o su entorno llamaron al monarca “prepotente”, “imperialista”, “grosero y vulgar” o calificaron como “excremento” al líder del PP, Mariano Rajoy.

Vuelta de tuerca.
La indignación es también grande porque desde España la percepción en amplios sectores es que Chávez no deja estar el asunto, sino que parece empeñado en darle nuevas vueltas de tuerca, por ejemplo implicando al rey en el golpe de 2002, un dato que además causó extrañeza, pues el monarca tiene facultades casi meramente representativas.

Pese a todo, la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, rebajó a un “encontronazo” el enfrentamiento dialéctico en la cumbre y describió la fórmula adoptada por el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero con estas palabras: “Un gobierno responsable defiende la dignidad del país y minimiza los riesgos teniendo en cuenta la relación muy intensa con Venezuela en el terreno político y económico”.

El Ejecutivo soporta en esta crisis, que se produce a menos de cuatro meses de las elecciones, fuertes presiones del PP, que ayer acusó a Rodríguez Zapatero de haber “estado alimentando a la bestia”, en alusión a Chávez, o de algunos medios, que contraponen el “hostigamiento” del presidente venezolano a lo que consideran una pasividad o incluso una cobardía del gobierno español.

Inversores.
Pero Madrid es bien consciente de que en Venezuela viven unos 300.000 españoles, muchos de ellos emigrados hace décadas y propietarios de pequeños negocios, y de que unas 80 multinacionales españolas llevan invertidos allí unos 1.700 millones de euros (casi 2.500 millones de dólares) desde que Chávez está en el poder.

Así, por ejemplo, los dos principales bancos españoles, el BBVA y el Santander, controlan alrededor de una cuarta parte del mercado financiero en Venezuela, donde lograron unos beneficios de 230 millones de euros (333 millones de dólares) en los primeros nueve meses de este año, mientras que Telefónica, con sus ocho millones de clientes en telefonía celular, obtuvo unos 760 millones (1.100 millones de dólares).

Con este panorama, el gobierno español está trabajando entre bastidores para rebajar la tensión, una labor discreta que lleva a cabo con la convicción de que también Chávez es consciente de que hay muchos intereses bilaterales en juego.
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