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miércoles,
14 de
noviembre de
2007 |
Alumnos del Superior quedan libres por defecar en el colegio
Son cuatro y tienen 17 años. Se quedaron a dormir en la escuela como travesura. Los padres se quejaron por la sanción del Consejo Escolar. La medida se reveerá el viernes
Laura Vilche / La Capital
Cuatro alumnos del tercer año del polimodal del colegio Superior de Comercio deberán rendir las 14 materias del año por haberse quedado a dormir en la escuela sin autorización y hacer caca en el piso del baño, un pasillo y un cajón que colocaron en lo alto de una torre de sillas. La sanción fue resuelta por los cinco integrantes del Consejo de Convivencia para Sanciones de la institución, un órgano de disciplina integrado por un directivo, un profesor, un preceptor y un alumno. Los padres de los pícaros estudiantes apelaron la medida, que será revista el viernes próximo.
Todo empezó el martes, a las 20.15. Terminaba la hora de práctica contable para los alumnos de tercer año de polimodal del turno tarde del Superior de Comercio. Cuatro de ellos, varones de 17 años, decidieron no salir junto a todo el grupo y organizaron una dormida en la terraza del edificio ubicado en Balcarce 1240. Compraron pan y jamón, armaron unos sandwichs, llamaron a sus casas diciendo que se quedarían a pasar la noche en la de uno de ellos y recorrieron la escuela hasta que se quedaron dormidos en la terraza. Antes de eso habían defecado y orinado en el piso del baño y en un pasillo aledaño. Y hasta se dieron tiempo para armar una obra de arte escatológica: apilaron sillas y sobre ellas colocaron un cajón, también con caca, que la mañana siguiente cayó sobre el pie de una portera quien tuvo que pedir licencia debido al accidente de trabajo.
Conocido el episodio, se reunió el Consejo de Convivencia para Sanciones de la escuela que unánimemente resolvió que se los sancione con 15 amonestaciones. Ya tenían 6 por una chupina colectiva, por lo tanto quedaron libres.
Mientras se decidía la medida, uno de ellos escribió una carta de puño y letra a la dirección. Algunas frases de la nota expresan: “Supongo que tras este episodio debería declararme un imbécil o un estúpido. Quiero pedirles perdón aunque lo hecho, hecho está. Ustedes merecen algo, esta carta no es nada, pero es algo. Yo no soy ladrón, ni resentido. Sólo pasamos la noche allí. Sólo a nosotros se nos ocurren este tipo de boludeces. El personal merece las disculpas, no era para molestar, ni hacer mal a nadie. Soy un boludo, un pelotudo. No me animo a pedir perdón, sólo los grandes piden perdón”.
Tras esa carta llegó una más del resto del grupo, con el mismo tenor, pero escrita a máquina y dirigida al Consejo de Convivencia. “La verdad es que siempre nos dieron lo mejor y les pagamos así. No fuimos en contra de nadie. Fue todo una pelotudez. Somos cuatro mogólicos, no somos ladrones ni resentidos. Es tan pelotudo lo que hicimos que ahora nos avergüenza”, se lee.
Pero la cuestión epistolar no terminó allí. La madre de uno de los alumnos le pidió a su hija, abogada, que redacte un recurso de apelación contra la sanción. El escrito dice que la medida va contra el artículo 9º del Consejo que especifíca que las penas no deben ser represivas sino pedagógicas. “¿Qué aprenden los chicos con esta medida —se pregunta la madre— , que no vale la pena hacer esfuerzos y ser buena persona si por un error la escuela toma una decisión tan drástica? Mi hijo siempre tuvo buena conducta y antecedentes, es una buena persona, representó a la escuela en un Foro de Emprendedores en Tandil y también como integrante del equipo de rugby participó en intercolegiales (...)”.
Ayer una nueva nota ingresó en la mesa de entradas de la institución. Las familias de los otros tres estudiantes pedían la revocatoria de la sanción disciplinaria y, dando por descontado que esa será la decisión, pidieron copia de lo que consideran será el fin del trámite.
Con todas las notas en su mano, la directora de la escuela, Gabriela Zamboni, le dijo a La Capital que ella nada podía hacer. “La última palabra la tiene el Consejo. Ser padre y profesor de adolecentes es difícil, pero hay que actuar como adultos, poner límites”.
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Fotos
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Los pasillos del Superior, un hervidero al tomar estado público la acción de los estudiantes.
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