Año CXXXVII Nº 49626
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
El Mundo
Opinión
Escenario
Policiales
Cartas de lectores
Mundo digital



suplementos
Ovación


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 14/10
Mujer 14/10
Economía 14/10
Señales 14/10
Educación 13/10
Estilo 06/10
Página Solidaria 19/09

contacto

servicios
Institucional


 lunes, 15 de octubre de 2007  
Una película de terror

Sergio Faletto / La Capital

El futuro gobierno de Central se encontrará con un club que sufrió en los últimos años un tsunami dirigencial que arrasó con casi todo. Desde los recursos económicos hasta la reserva futbolística. Y en este contexto se deberá instalar rápidamente la gestión electa, sin tiempo para adaptarse ni dudas para actuar, porque la urgencia deportiva impone decisiones inmediatas sin margen de error. Lamentablemente la pesada herencia que recibirá la llevará a resolver lo urgente y después lo importante, y hoy lo urgente promedia con el fútbol.

   La administración de Scarabino, Estévez y compañía (obvio que con diferentes responsabilidades, pero responsabilidades al fin) aplicó una pésima política económica que, tras concursar el club, generó una increíble deuda. Desarrolló una anarquía deportiva que llevó al desguase del plantel y a la sucesión de estériles contrataciones. Le otorgó a la barra brava un poder inédito, el que hizo colapsar el crecimiento de las inferiores. Edificó una inexplicable estrategia de marketing que por la ridiculez de su contenido alimentó el folclore. Fragmentó la masa societaria y ejecutó una campaña persecutoria hacia sus antecesores y eventuales opositores. Y como si esto fuera poco, la mal llamada comisión directiva hizo implosión al punto de atomizar la supuesta gestión colegiada, llevando a estos supuestos dirigentes a protagonizar un capítulo tragicómico en la historia de la institución. Esta sucesión de hechos bochornosos dejó a la entidad de Arroyito en una crisis que no fue terminal porque la Justicia puso un límite, incluso con medidas drásticas, al punto de flexibilizar hasta el extremo la interpretación de las leyes.

   El 11 de noviembre los centralistas podrán elegir un nuevo rumbo, un destino cierto para su amor incondicional, claro que esta vez no hay espacio para improvisados y tampoco inescrupulosos, y con elecciones transparentes.

La administración de Scarabino, Estévez y demás compañeros cometió un grave error al judicializar Central en pos de una venganza política y no de una purificación financiera, porque sabido es que cuando un club que tiene fútbol profesional concurre a tribunales sin planificación, termina colapsando, fundamentalmente porque está inmerso dentro de un ámbito que se rige con normas propias y donde gravita una economía informal.

   En el fútbol argentino el 90 por ciento de los clubes que debieron acudir a la Justicia concluyó quebrado y gerenciado. Y hasta hubo algunas entidades que corrieron el riesgo de desaparecer como tal. Este proceso de judicialización canalla, en el cual los más beneficiados fueron los profesionales allegados a la gestión, derivó en un increíble costo económico para la entidad, a tal punto que varios de los créditos que tomaron tras el concurso de acreedores (herramienta dilapidada por lo que hicieron después) fue para afrontar este tipo de gastos, los que sumados al “festival de documentos” generaron un pasivo posconcursal que hoy es difícil de calcular.

   En cuanto a la deuda, este diario no obtuvo aún un monto preciso al respecto, ya que aquellos que conocen la situación actual expresan que “todavía no se pudo precisar con exactitud porque siempre aparece un nuevo documento”. No obstante, los profesionales que conocen muy bien la raquítica economía de Central sostienen que “la cifra es importante”, y aunque se resisten a dar un importe, uno de ellos se animó a describir: “Con la fiesta de pagarés, créditos y demás compromisos asumidos, el pasivo estaba alrededor de los 60 millones de pesos, pero como por las ventas hay dinero inmovilizado en tribunales por una serie de embargos, que será de unos 30 millones, estamos en una deuda que así y todo ronda los 30 millones de pesos, una barbaridad para un club concursado”.

   Así de clara la explicación, así de crítica la situación. Es que entre las acreencias verificadas de inversores, la deuda con la AFA (sería de 16 millones de pesos) y las acreencias a dirimir con los abogados del concurso e inversores la cifra trepa y supera el dinero ingresado pero inmovilizado, entre los que se encuentran un pagaré de 1.140.000 mil euros por la operación con River, unos 300 mil dólares por la venta de Moreira a Independiente y el monto total de la transferencia de Di María a Benfica (del cual hay que descontar el pago de más de un millón de dólares que la intervención actual le hizo al plantel para ponerlo prácticamente al día).

   Dentro de la historia de ese pasivo aparece parte de la deuda que originó el proceso de judicialización del club, uno de ellos el convenio por 1.200.000 pesos firmado por los ex directivos a favor de los contadores Jorge Nepote, Eduardo Settimini, Alfredo Agustín y el señor Guillermo Soria, así como el acuerdo por 6.240.000 pesos con los estudios jurídicos Arfini-Carrillo y Asociados y Estudio Ubieta y Asociados.

   Con relación a la auditoría realizada y en la que se basó Scarabino para sustentar un discurso mendaz, en tribunales le informaron a este diario que la misma presentaba “groseras deficiencias técnicas”, al tiempo que aún llamaba la atención que en el poder que Central le firmó a varios letrados los mismos renunciaban a sus honorarios, sin embargo hoy la entidad afronta reclamos por este tema.

La anarquía futbolística que impuso Scarabino con su gestión derivó en la actual crisis deportiva, la que refleja hoy la tabla de posiciones y el promedio del primer equipo. En los cuatro años que duró su presidencia, Central incorporó 34 jugadores, de los cuales (exceptuando las ocho que hizo a comienzo del Apertura 2007) sólo cuatro pertenecen al plantel actual: Azconzábal, Belloso, Raldes y el Kily. Es decir que hay 22 que ya no están y para el club fueron un gasto más que una inversión porque la mayoría vino a préstamo. De estos 22, cuatro no alcanzaron a debutar en primera: Gianfelice, Minadevino, Arana y Drovandi. Cinco jugaron menos de 5 partidos: Castillo, Chamot, Zapata, Meloño y Acuña. Y aún retumba la frase del otrora presidente cuando decía en campaña que iba a priorizar a los jugadores de inferiores y que sólo incorporaría futbolistas de calidad.

   En contraposición a estas 34 incorporaciones, durante el gobierno de Scarabino se fueron 31 jugadores surgidos de las inferiores, unos porque fueron vendidos, otros prestados, varios quedaron con el pase en su poder y los menos quedaron libres. Sólo a manera de ejemplo de la jerarquía que Central dejó ir: Ojeda, Talamonti, Villagra, Ferrari, Rivarola, Ezequiel González, Angel Di María, Marco Ruben y Javier Cámpora. Vale aclarar que todos estos jugadores, a excepción de Pirulo Rivarola, dejaron el club con menos de 25 años.

   También la falta de criterio llevó a que en estos cuatro años las comisiones directivas de Scarabino tuvieran que buscar entrenador en 11 oportunidades, es decir que hicieron un promedio de tres cambios de DT por año. Tras la salida de Russo, se sucedieron Galloni, Púa, Zof, Cuffaro Russo, Zof, Alfaro (duró medio día), Galloni, Astrada, Gorosito, Riquelme e Ischia.

   Con todos estos elementos en la mano, es lógico que bajo los mandatos scarabinistas haya más partidos perdidos que ganados. Se disputaron 173, de los cuales Central ganó 57, empató 57 y perdió 60. Es decir que de 519 puntos sólo se sumaron 228 (43 por ciento).

   También en estos últimos cuatro años Central disputó cuatro torneos internacionales, dos de los cuales heredados del mandato anterior (Sudamericana 2003 y Libertadores 2004).

   Esta es la síntesis de una gestión que dejó al club en penurias, del cual tendrá que sacarlo la próxima gestión. El Crece, el ingeniero Joaquín o el doctor Usandizaga son las propuestas. Pero todo dependerá de los socios, quienes para el bienestar de Central deberán protagonizar cada hecho político en pos de un mejor destino. Porque votar primero será elemental, pero controlar después será determinante. l



Datos: Carlos Durhand
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados