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lunes,
15 de
octubre de
2007 |
“Hoy está roto el pacto entre los padres y la institución educativa"
Rodolfo Montes / La Capital
Guillermo Jaim Etcheverry vive en el barrio porteño de Retiro, pero asegura que Rosario es su segunda ciudad. “Voy y vengo permanentemente”, confiesa. “Una vez fui y vine tres veces en una semana, y ya estaba para comprarme un departamento”, contó, sonriente. Invitado por la Fundación Villavicencio, Etcheverry vendrá mañana a Rosario para disertar sobre “La crisis en las ganas de enseñar y aprender”, en el teatro El Círculo.
Médico, investigador, ocupado y preocupado por la educación, Jaim Etcheverry escribió y publicó “La tragedia educativa” en 1999 y vendió más de 50 mil ejemplares.
Luego fue rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en plena crisis, de 2002 a 2006, y ahora se dedica a la docencia en la Facultad de Medicina, además de formar parte del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
En un piso 12 sobre la avenida del Libertador, en Buenos Aires, recibió en exclusiva a La Capital. Es la sede de la Fundación Carolina, que preside desde fines de 2006, una importantísima institución dedicada al intercambio con España.
—Viene de dirigir la Universidad más importante del país, la UBA, ¿qué posición tiene respecto de colocar o no alguna restricción en el ingreso de alumnos?
—La tarea principal de la Universidad son las personas, los estudiantes. La Universidad argentina debe seguir siendo masiva, no veo problema en eso, al contrario. De la fuerza total de trabajo —personas mayores de 25 años— los universitarios son alrededor del 6 %, cuando en los países desarrollados llegan al 20 %. Cuando más gente estudie tendremos un país mejor. De mi parte, promuevo la gratuidad y esto no quiere decir falta de exigencia ni falta de calidad.
—¿La educación universitaria debe ser pública?
—La Universidad pública argentina necesita agrandarse, crecer en inversión. La educación privada, confesional, puede autofinanciarse. En 2008, para el total del presupuesto de las 38 universidades nacionales, la Argentina está en alrededor de 5 mil millones de pesos, unos 1.800 millones de dólares. La Unam, de México, con 280 mil alumnos —menos que la UBA, que posee unos 350 mil estudiantes—, tiene un presupuesto de 1.400 millones de dólares. O sea que por cada dólar que gasta por alumno la Universidad argentina, en México se gastan cinco. La Universidad de San Pablo, por caso, con 70 mil alumnos, gasta unos 800 millones de dólares por año.
—De todos modos, va a Rosario a plantear que el problema de la educación no es sólo económico.
—Desde ya, digo que no se ven los sacrificios sociales ni personales necesarios para enseñar y aprender.
—Un tema cultural y de toda la sociedad.
—Hoy el pacto entre los padres y la institución educativa para facilitar la enseñanza está roto, más bien los padres y los hijos están aliados entre sí contra la institución educativa. Hay padres, en casos extremos, que van a pegarles a los maestros. En lo general, los padres tienden a ver a la escuela como una institución de opresión.
—La idea aceptada mayoritariamente es que en las carencias de financiamiento y otros recursos materiales está el problema central de la educación. ¿Usted postula una causa de la crisis todavía más profunda, anterior?
—Creo que las carencias en el plano legal, el desfinanciamiento, son también consecuencia de una crisis de interés más profunda, anterior. Los docentes ganan poco porque la sociedad lo permite y no valora su trabajo. Otro punto está en la pérdida de la transmisión cultural, y la irrupción del concepto de utilidad económica inmediata. Como si fuera posible una aplicabilidad productiva del conocimiento. Nadie sabe bien de qué se trata el conocimiento útil, y nadie sabe si va a sacarle dinero algún día a un conocimiento adquirido.
—¿Cómo definiría la motivación principal para estudiar?
—La razón de ser de la educación es la formación de la persona, una exploración de sus propias posibilidades. El beneficio económico puede llegar o no, luego.
—Pero hoy tiene fuerza el mito de los saberes instrumentales...
—Lo típico, inglés y computación. Todo bien, no es que el chico no tenga que saber inglés ni computación, digo que también estaría bien que los chicos aprendan la propia lengua de manera extendida, que tengan posibilidad de ubicarse en el espacio y tiempo histórico, que puedan pensar los problemas centrales de la existencia y del mundo.
—Estamos en campaña electoral y es un clásico que los candidatos ponderen a la educación. ¿Ve alguna reflexión valiosa respecto de este tema?
—Y, ¿quién va a decir que la educación no es importante? Pero falta profundizar sobre esta crisis que denomino de interés, pérdida de la idea del esfuerzo, una idea en ocaso. Además, se necesita jerarquizar la tarea docente, que hoy está más ligada a una actividad auxiliar, del tipo de guardería de chicos antes que interesar a los alumnos por el conocimiento.
—También aparecen otros incentivos culturales, como los medios, la computadora, y la escuela pareciera retrasarse en ese proceso.
—Hoy los chicos manejan una máquina y algunos adultos creen que porque se meten en Internet ya lo saben todo. Error, los chicos hoy manejan una máquina, como antes se manejaban otras máquinas, más primitivas, pero máquinas al fin.
—Otra marca de la época pareciera ser la pérdida de la autoridad de la institución educativa sobre los alumnos. Cuando cae el autoritarismo, que dominó históricamente en las instituciones, ¿qué queda?
—Las instituciones educativas son asimétricas, como la familia. El padre, el maestro, el hijo, el alumno, ocupan lugares distintos. No hay organización comunitaria sin estas instituciones asimétricas. No son mejores ni peores que otras, pero son necesarias. El docente tiene autoridad porque tiene un conocimiento y se hace cargo de transmitirlo. No tiene autoridad porque pueda colocar amonestaciones a los alumnos. Ahora, si al docente no se le reconoce la autoridad, es mejor cerrar la escuela y mandar a los chicos al club.
—Para muchos sería más divertido.
—Claro, muchos adultos dicen “mi hijo en la escuela se aburre”. Y yo les pregunto: ¿de dónde sacaron que el chico en la escuela se tiene que divertir? El chico debe ir a la escuela a dejarse interesar por unos conocimientos que antes no tenía.
—Esta revalorización cultural de la educación que propone, ¿es una tarea para el Estado?
—Sí, y para el conjunto de la sociedad. l
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