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 lunes, 15 de octubre de 2007  
Los fanáticos de los Falcon tuvieron su meca en Rosario

Dueños, admiradores, chapistas y mecánicos se reunieron ayer para apreciar a los más de 100 Ford Falcon que se exhibieron en el primer encuentro nacional. Desde las 9 se apostaron a metros de la costa, frente al Monumento, los más diversos modelos. Con los capós levantados, los dueños exhibieron los grandes motores cromados (metalizados) e hincharon sus pechos orgullosos

   Los rugidos de motores acelerados estremecieron a los apasionados. “Sentí el ruido”, decían embelesados mientras el ensordecedor bramido hacía imposible el diálogo. “Hacen gritar a los motores para mostrar quién es el más fuerte”, explicó uno de los organizadores luego de que se acalló el estruendo.

   Después de cuatro años de intentarlo, el Falcon Club de Rosario logró organizar el primer encuentro nacional de modelos que convocó a fanáticos de Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Río Cuarto, Junín y Baradero, entre otros. El evento fue amenizado por tres bandas y los participantes “pagaron” la entrada con un alimento no perecedero y ropa destinada al Hogar Don Orione.



Pasión por los fierros. Javier Conan, presidente del Falcon Club Rosario, señaló que la actividad se realizó con el fin de mostrar los autos y de “lograr un punto de encuentro” para los amantes de los fierros, en especial de los Ford Falcon.

   Con remeras alusivas, los organizadores se movían de un lado al otro para atender a todos. Los dueños de los autos observaban con detalle a los demás participantes, y más de uno aprovechaba para volver a sacar lustre al viejo automóvil.

   Hubo de todo: verdes, naranjas, plateados, negros con rayas, azules y blancos, con espejos retrovisores en el capó, con tomas de aire elevadas, cambios en el volante o al pie. Muchos de los modelos son autos de colección, pero más de uno es usado también para caminar las calles de alguna ciudad.

   “El Falcon es un auto fiel”, aseguró Alejandro González mientras desviaba el tránsito en la entrada de la muestra. “Mi papá tuvo uno cuando yo era chico y siempre quise tener otro”, contó. Ahora lo logró y es un activo participante del club. “Tenemos tres, uno mi hermano, otro yo y otro mi viejo. Yo lo uso, pero el de mi viejo lo sacamos para las exposiciones”, aclaró. “El Falcon es un auto fiel, durable, robusto, fuerte y sobre todo ¡de fierro!”, exclamó.



El regalo de los 50. Luis Ceferino Ponce llegó ayer a la madrugada desde General Pico, La Pampa, con dos amigos, Omar Risco y Daniel Brignoli para estar en el encuentro. Muchas personas se detuvieron frente a su Falcon modelo 83, que tiene su historia y Luis no perdió la oportunidad de relatarla. “Este auto es el regalo que me hice para mis 50”, comentó el hombre que roza los 52. “Siempre quise tener uno, fue mi sueño”, confesó. Pero no lo logró hasta esa edad. Luis aprendió a manejar a los ocho años con un Ford A modelo 31 y desde entonces le quedó “clavada la marca Ford”. Con una sonrisa recordó: “Tuve autos Renault porque no llegaba al Falcon”. Pocos días antes de su cumpleaños encontró una persona que ofrecía uno. “Lo vi y dije este es para mí”, afirmó. El hombre detectó que ese coche tenía todo lo que siempre había soñado, la cuarta marcha, butacas atrás y motor grande. Una vez que lo compró, empezó a trabajar sobre el nuevo chiche. “Lo primero fue ponerle los cromados” dijo mientras señalaba el radiador, la primera pieza que reparó.

   Ahora su coche es de colección. Luis tiene una camioneta para ir a trabajar al campo pero cuando puede sale a dar una vueltita con el Falcon. “A veces sólo voy y lo enciendo para sentir el ruido del motor”, reconoció.

   “A mí me apasiona y me estremecen los rugidos de los motores del Falcon porque no es más que una demostración de lo fuerte que son y de que no te dejarán nunca en la vida”, concluyó el hombre que anoche volvió a recorrer 500 kilómetros rumbo a su ciudad natal. l
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