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lunes,
15 de
octubre de
2007 |
Tomates
e impuestos
Este despertar al "boicot" de los productos que circunstancialmente tengan precios elevados no deja de ser refrescante. Sin embargo, al analizar las declaraciones de los actores, uno tiene la sensación de que no se entiende el concepto básico de esta acción. El tomate es un producto perecedero con lo cual, cualquier acción al respecto tendrá un efecto inmediato.
¿Pero por qué se estima que el tomate es caro? ¿Comparado con qué, con la sandía, con la nafta o con su anterior precio?
La sensación de costoso nace cuando percibimos que recibimos menos de lo que damos. Si usted paga impuestos y la sociedad en su conjunto lo hace y lo que recibe son hospitales paupérrimos, escuelas que no dan clase por frío o calor, con manpostería que se cae y una policía mal remunerada, con un servicio de protección pésimo, queda claro el alto costo de lo que pagamos y al baja devolución del Estado. La función fundamental del Estado con los recursos que le damos es brindar salud, educación y seguridad. Se trata de necesidades básicas y ni un centavo debería ser destinado a otro fin. Insisto, quiero que reflexionemos sobre lo que recibimos por cada centavo que pagamos. Si no entendemos esto de nada vale que nos rasguemos las vestiduras por el precio del tomate.
Daniel Villella
[email protected]
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