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miércoles,
26 de
septiembre de
2007 |
Si fue un festejo, preocupa
Los fuegos artificiales del sábado, ¿alegría o impotencia?
Sergio Faletto / La Capital
Cuando se habla de la gente no se alude a una abtracción, sí a la esencia del fútbol. Se referencia al sentimiento, la pasión, al orgullo de pertenencia y también a la resistencia. Y no es necesario ser parte de la hinchada en cuestión para comprender o cuestionar un comportamiento. Vaya esta introducción para iniciar la divergencia con el amigo Rubén Galassi. Porque no es conmovedor el lanzamiento de fuegos artificiales y el festejo que desataron los canallas por el triunfo en el clásico en plena derrota ante San Lorenzo. Cuando su equipo deambulaba sin rumbo ante otro que no mostraba mejor juego. Cuando Méndez ya había convertido el segundo tanto azulgrana. Y cuando la difícil situación con el promedio más que una posibilidad era una realidad inconstratable. Es más bien insólito. Ojalá esto pudiera explicarse como una acción de resistencia por la crisis institucional y deportiva, pero difícilmente haya sido ejecutada desde esta génesis. Fue un acto que, desde este humilde punto de vista, tiene tres posibles orígenes: la confusión, la impotencia, la necesidad o la negación de la mayoría. Pero seguro que de la conveniencia por parte de la minoría. Porque vale recordar que el fútbol es contagio, y el inicio de esta inconcebible fiesta partió desde el sector más radicalizado de la popular, el mismo que lucró con la esperanza de los hinchas, el mismo que intimó al resto en aquel partido ante Argentinos. El mismo que todavía acecha. No obstante, vale hacer una disquisición: determinadas situaciones pueden ser emotivas, pero no siempre saludables. Más cuando se trata de un club que fue vaciado de contenido. Aunque sí con enorme continente popular. Y si bien esta supuesta fiesta quizás sea una expresión más de la pobreza que dejaron los inescrupulosos, esta hinchada merecerá salir campeón cuando, además de alentar y acompañar como lo hace, también se comprometa con la transformación de un club que aún sobrevive. Y para eso es determinante darse cuenta que la gente debe protagonizar el cambio. Sólo ella.
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