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 jueves, 20 de septiembre de 2007  
Animales que suman obstáculos

“Lo que no se puede creer es que los dueños de los perros los dejen hacer sus necesidades donde quieran”, dijo una mujer que todos los días encuentra la entrada de su negocio de calle San Luis orinada por un perro. “Eso es peor que las veredas rotas —continuó— porque se podría evitar si el dueño del animal fuera responsable”.

Aunque la comerciante dijo ya haberse quejado ante la dueña del perro en cuestión, se ve obligada a limpiar cada día la entrada del local para que los clientes no se ensucien al ingresar.

Y si es raro ver a los dueños de los perros limpiando los excrementos de los animales en las calles de la ciudad, la situación se agudiza más cuando se trata de las estrechas sendas peatonales del microcentro. Entre los excrementos, los huecos por faltas de baldosas, los pozos, las piedras sueltas y las reparaciones mal hechas en las veredas, son pocos los rosarinos que pueden mirar los productos que se exhiben en las vidrieras de calle San Luis, ante la necesidad de observar mejor por dónde pisan.

Laberintos. A los cuidados necesarios para no dar un paso en un lugar sucio o averiado se le suma la necesidad de esquivar los numerosos puestos de vendedores ambulantes que ofrecen todo tipo de artículos.

Los puestos colocados sobre el cordón y que avanzan sobre el frente de los negocios, además de los expendedores que vociferan sus productos, achican todavía más las angostas veredas y hacen de esa zona un auténtico camino sinuoso, de difícil salida, algo muy parecido a un laberinto.

A la licitación municipal, los comerciantes solicitan que se sume la actitud responsable de los dueños de los animales. “Esto es cuestión de ser buenos ciudadanos”, remarcaron, porque “el perro no tiene la culpa, sino quien lo saca a pasear y no le enseñó dónde hacer sus necesidades”, remataron.


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