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 miércoles, 19 de septiembre de 2007  
Reflexiones
Elogio y relectura de un pensador

Por Raúl Acosta

El pasado 11 de setiembre, en esta sección, el profesor Horacio González escribió un artículo que tituló: "Socialismo, peronismo, frentismo".

Siempre hace falta decir ciertas cosas, esta es una de esas. El profesor González es, con mucho, uno de los pensadores argentinos más lúcidos y libérrimos. Mantiene en alto una constante: fijar sus pensamientos en la realidad nacional, la cotidiana, la que fastidia.

Algo de ese fastidio conmueve, hoy, a quienes están despiertos. González es parte de los insomnes de la Argentina soñadora.

A muchos pensadores argentinos la coyuntura los preocupa.

La conmoción del pensamiento es que se va, por elecciones, a la renovación de mandatos populares sin que éstos, los populares, sepan muy bien de qué se trata.

El profesor González fija el tema en su enunciado:

¿"Primer gobernador socialista de la historia argentina"? No me parecen interesantes esos títulos espectaculares, pero en todo caso, hacen buen contrapunto con "el primer diputado socialista de América".

La referencia del "profe" (permítanseme algunas irreverencias, naturales con/contra un magister) alude, sin dudas, al triunfo de Hermes Binner y Griselda Tessio ante Bielsa–Galán, en la provincia de Santa Fe el 2 de setiembre. Nueve días después su nota. En la nota la referencia a don Alfredo Palacios, primer diputado socialista (por La Boca) antes de la ley Sáenz Peña que instituyó el voto obligatorio, universal, secreto.

El mismo Alfredo Palacios que fuera, después de 1955, embajador argentino ante Uruguay.

Sigue, Don Horacio, con una profundidad muy clara:

Las palabras son viejas pensionistas. Perduran en la historia, y no deja de ser emocionante que la palabra socialismo haya perdurado (…) el socialismo operó no por sumatoria sino por sustracción. Fue despojando la resonancia inicial del concepto en cuanto a la propiedad del producto social, y hoy repican menos un Kautsky y un Jaurés que las ideas de buena administración, laicismo y una honestidad de escuadra y tiralíneas.

Es cierto. Todo es cierto, porque hacia el pasado aún lo vano adquiere certeza, la inexcusable certeza del "no volverá", ay, aunque se quisiese. Lo lindo, lo feo, lo inventado, está en el mismo sitio. El poema pide permiso: "Cualquiera tiempo pasado fue mejor"... coplas a la muerte del tío, 1400… y tantos.

Reinventar el pasado es posible, recuperarlo no

Es Horacio González, sin embargo, el que propone el camino más difícil, pero necesario. Las ideas… ¿están?

Es suficiente una buena administración como "idea"...? El gobierno... ¿es una idea? ¿Hay, por fuera de este enjambre que rodea al socialismo rosarino, alguna idea en venta…? ¿Hay supermarket, al menos oulet de ideas…? Y en lo profundo: el socialismo rosarino, ¿tiene reaños para meterse en planos provinciales… nacionales…?

La "honestidad de escuadra y tiralíneas" es muy poco, claro, como idea política pero… hay que pensar a qué se opone. Si lo opuesto fuese deshonestidad sin escuadra o tiralíneas la opción sería indudable. No ha sido eso, ha sido peor. Ha sido administración equívoca, descuidada, pérdida del sujeto social, ditirambos mediáticos y yerros, muchos yerros en los enunciados. Esto vale para la ciudad como para la provincia y el país. A Horacio estas cosas le afligen y lo explica.

Frentismo y nuevas corrientes políticas son las nociones, aún abstractas, de nuestra actualidad. Las líneas hoy trazadas son incompletas, están en borrador o sometidas a urgencias momentáneas.

Lo coyuntural, descripto por Horacio, atormenta a los pensadores y, también , a los maestros.

Qué hacer se ha cambiado por qué enseñar, qué contar, qué sostener como cierto.

No hay país, en Occidente, sin clase política y partidos políticos de donde sacar los jugadores de recambio.

Argentina no tiene recambio. Que Cristina Fernández de Kirchner porte a Manuel Quindimil de Lanús es, sin dudas, la muestra más perfecta de la deshonestidad de enunciados. Que sin embargo, vaya paradoja, oculta lo peor, la vacuidad del proyecto.

El gobierno no tiene proyecto, ni de compás, papel satinado y tijera de recortes. No tiene partido político.

Eso es "lo profundo". En cada partido hay un proyecto que aguanta, protege, contiene, exaspera pero exalta. El objetivo: la toma del poder, de eso se trató siempre. Si no la contiene un partido político, una organización, la planificación para la toma del poder es individual. Acaso lo que haya que mirar es si la "toma del poder" es individual, matrimonial, familiar…

Si no hay partidos esto es posible.Loco, vacuo, ferozmente equívoco, de acuerdo. Pero es posible.

Una cultura política se construye con gestos, que ahora son la forma última y primera de las ideologías. Esos gestos tienen que plasmarse en gran medida ante las cámaras que recogen imágenes abreviadas o restos de frases como chasquidos. Por su propensión a la abreviatura dramática, el periodismo —último juez precario de lo político, hoy sin capacidad de metalenguaje— se fija con su método en ciertos fragmentos elocuentes de los últimos días.

Conviene, desde mi posición ante el mundo (escéptico, desengañado, desconfiado… periodista) leer dos veces lo dicho por el profe. Tiene el rigor que envidio. Pero Horacio vuelve a la realidad, ¡¡¡eso es lo que le elogio!!!, no se aparta de la cotidianeidad.

El gobierno ha tenido reveses en las tres principales ciudades…

Despeguemos la frase de la coyuntura. En Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en Córdoba y aquí, en Rosario, los candidatos que representaban al proyecto del gobierno nacional actual han caído derrotados por los votos populares. En todos estuvo la figura del presidente indicando: "Estos son mis hombres". ¿Tendría que haber explicitado: "Estos hombres llevan adelante mis ideas, las de mi partido"...? ¿Cuál…?

Pero allí también hacen pie las nuevas derechas que actúan con manto republicano y astutos especialistas en posmodernismo electoral…

Su reflexión es exacta pero, no hay, ya, revolución en el campesinado ni reforma agraria, ni nada cercano. Si en las ciudades, donde están los "que sí leen y escriben", las delegaciones del poderoso, sin ideas, nótese, sin ideas, no logran triunfar es que, en algún sitio, la cadena que traslada el pensamiento a la sociedad está cortada. ¿Logrará, empero, el pensamiento nacional triunfar en oktubre…? Hum. ¿Servirá para algo positivo ese triunfo de oktubre…? Hum. Releamos al profe. El profesor Horacio González sabe.

¿Qué le queda a Kirchner? Debe presentarse como un sobrevuelo incisivo sobre este archipiélago de coaliciones fugaces…

Tal parece el reclame de una nueva serie. Completémosla: ¡no deje de ver el próximo capítulo!

La obligación del presidente y su prometida cátedra sociohistórica sobre los legados argentinos —llamémosla así— es instituir el gran órgano de lectura de estos espasmos creadores de la sociedad argentina y darles curso —menuda responsabilidad— como un intérprete aventajado.

Mínima reflexión final. El profesor González, una de las últimas mentes lúcidas, proveniente del Siglo XX, con educación y reflexiones análogas, que no digitales, está enfermo de esperanza. Ojalá nos contagie a nosotros, sus lectores. Y a los que mandan, básicamente a esos, a los que mandan.


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