Fábula sobre la naturaleza y las convenciones

Osvaldo Aguirre / La Capital

Frank Tashlin (1913-1972) trabajó como dibujante de comics, fue uno de los animadores de los estudios Disney y también escribió e ilustró cuentos para chicos, como se aprecia en “El oso que no lo era”, de reciente distribución en Argentina.

La historia comienza un otoño, cuando el oso contempla el vuelo de una bandada de gansos salvajes hacia el sur y comprende que el invierno se acerca y debe buscar un sitio donde invernar. Hasta ahí nada que se aparte del invariable ciclo natural, pero cuando llega la primavera, al despertar, el oso descubre que los hombres han instalado una gran fábrica en el bosque, sobre su cueva.

El oso experimenta de inmediato la extrañeza y la pérdida de su paisaje, transformado de modo radical por la intervención humana: “Todo le parecía raro. No sabía dónde estaba”. Y sucede algo peor, ya que los hombres a los que encuentra en la fábrica, desde el capataz hasta el presidente, le dicen que no es un oso sino un hombre tonto, sin afeitar y con un abrigo de pieles. El coro tiene la fuerza suficiente para convencerlo y hacer de él no ya un animal doméstico sino un obrero. Pero vuelve el invierno y la naturaleza se revela más fuerte que las convenciones sociales.

“El oso que no lo era” es un relato cargado de sugerencias. Su desarrollo, simple, incluso esquemático, recuerda las viejas y sabias fórmulas de los cuentos tradicionales. Las ilustraciones realzan las tensiones y las pausas reflexivas que sostienen la historia. (Alfaguara, $ 37,90).