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sábado,
15 de
septiembre de
2007 |
El rol de la escuela y los problemas del mercado
Gentili cree que es necesario escuchar a los docentes para avanzar en un nuevo modelo
La relación entre la educación y el mundo del trabajo es otra de las cuestiones que despiertan la reflexión de Gentili. Es que uno de los temas que destacan a diario los medios de comunicación es el referido a la falta de trabajadores calificados en determinadas áreas, y la consiguiente necesidad de los sistemas educativos —sobre todo en el nivel medio y superior— de dar respuesta a este fenómeno.
“El principal problema del mercado de trabajo no es la falta de calificación”, dispara el investigador. En todo caso, es un problema de todo el mundo y de algunos sectores, inclusive en los países más desarrollados, que no tienen los problemas educativos que padecemos nosotros, comenta Gentili.
Compilador —junto con Gaudˆncio Frigotto— de “La ciudadanía negada: Políticas de exclusión y el trabajo”, Gentili sostiene que “el gran problema en la Argentina en el mercado de trabajo es la exclusión social, la desigualdad, la discriminación de género y regional”. “En la clase política existe un nivel de democratización mayor en el acceso al poder por las oligarquías provinciales. Pero fuera de ello, mediante los mecanismos de movilidad que el mercado de trabajo tiene un salteño difícilmente llegue a ejecutivo de una empresa multinacional. Y no es por falta de educación, talento o interés. Por eso, ponerle a la educación esa meta significa poner a la educación ante la evidencia de un nuevo fracaso”, sostiene Gentili.
Espacios colectivos
—¿Qué espacio quedan para las utopías en la enseñanza?
—La utopía no se puede pensar como un castillo de cristal a alcanzar en el horizonte infinito del paraíso. Cuando la utopía se ve así, en general esto es su muerte. Uno le hace el réquiem cuando transforma a la utopía en una especie de museo de las ideas en donde un día se podrá alcanzar o construir. Por eso creo que la utopía tiene que ver con la lucha, con la movilización. Hoy hay espacios para ellas, que pueden ir cristalizando la consolidación de proyectos de reforma no sólo educativa, sino también social, económica y política. Y hay una cierta mística y recuperación de la posibilidad de construcción de espacios colectivos que es cíclica.
—¿Cómo se sostiene ese discurso ante otros que recalcan la falta de tizas y aulas dignas?
—El sistema educativo está construido sobre personas. Cada vez más, porque las condiciones de infraestructura del sistema son lamentables. Ni siquiera uno puede decir que tiene como base material infraestructuras buenas, porque las escuelas se caen a pedazos. La base del sistema escolar es hoy, en América latina, seres humanos que viven en un estado también muy inestable emocionalmente por la dinámica de estos procesos.
—¿Qué oportunidades brindan los actuales gobiernos de la región?
—Creo que hay más posibilidades. No porque Lula o Kirchner representen por sí mismos el sentir popular, sino que existen porque hubo un proceso de movilización social del cual son emergentes. Y son procesos limitados porque también fueron limitados esos procesos de movilización. Pensar que tendríamos que tener un presidente salvador es volver a confiar en la promesa liberal de que la élites nos van a salvar. Y las élites están llamadas a condenarnos y a ser lo que fuimos toda la historia.
—Así como en los 90, la reforma tenía un modelo de docente, ¿qué maestros necesitamos hoy?
—Hay alguien que la puede responder mejor que nadie a esa pregunta: los propios docentes. El problema de los 90 no fue sólo el tipo de modelo educativo —que también lo fue—, sino además el pensar que la educación se construye en la mente de un conjunto de tecnócratas que tienen la capacidad de poder imaginar conceptualmente cómo se construye la política educativa de un país, haciendo caso omiso de la historia de la movilización y la creatividad. Los grandes gurúes de los negocios dicen hoy que hay escuchar a los trabajadores. La empresa IBM le paga el almuerzo a sus empleados para que compartan ese momento con sus pares que no conocen. ¿Cuánto tiempo hay para hacer esto en el sistema educativo? En el sistema educativo se estimula lo contrario, el trabajo a destajo, fragmentado, el salir corriendo de una escuela a la otra. Incluso cuando se reúnen con un colega ven al docente como que está perdiendo el tiempo. Antes de pensar en un modelo debemos saber cómo son los que hacen la escuela a diario, cuál es su trabajo cotidiano en el contacto con sus alumnos, qué necesitan los que construyen la escuela de todos los días.
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