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domingo,
02 de
septiembre de
2007 |
Caudillo en Ludueña
Mariano Bereznicki / La Capital
La tormenta se corrió unos metros pero sigue cubriendo el cielo tirolense. El radar continúa marcando la zona de promoción con toda su furia. En la agenda de los errores todavía sobresalen los puntos a corregir a la brevedad. Tiro Federal, por más que en esta ocasión haya manoteado los tres puntos que estaban en juego luego de cinco compromisos, sigue sin poder saldar la deuda interna. Es que no logra engranar sus líneas y le cuesta dejar su sello cuando pisa la frontera rival. No obstante, más allá de sus limitaciones, ayer pudo vulnerar al aguerrido San Martín de Tucumán en Ludueña.
El espacio aéreo estuvo invadido en gran parte por cabezas tucumanas. Cada vez que la visita pasaba el paralelo del medio, quedaba expuesta la endeblez táctica tirolense. Los protagonistas de contener y generar juego estaban perdidos en el anonimato. San Martín fue el caudillo del primer período.
Los Tigres mostraron su garra al principio. Fermani le metió un pase milimétrico a Castillón, pero el delantero no calibró el remate y por eso todo quedó en la nada. Pero la réplica no tardó en llegar. En escasos diez minutos, la visita exigió a Cárdenas en tres claras oportunidades por intermedio de un incontrolable Campodónico.
Los anfitriones fueron un mar de dudas e imprecisiones a la hora de atacar. A tal punto que en materia de contención, también sacaron un reprobado. Sólo fueron un puñado de voluntad envuelta en intermitencia e impotencia.
Luego del descanso obligado, se vio otro Tiro. Por lo menos en los minutos iniciales. Y ahí pudo hacer la diferencia. Porque Del Campo de desprendió por primera vez con seguridad e hizo intervenir en esa acción ofensiva a Castillón, quien dejó plantado a Krikorián y habilitó a Rami, quien supo capitalizar esa acción de gracia.
En medio de los festejos se fue expulsado el ex Tiro, Diego Romano, quien además recibió cinco puntos de sutura en su ceja derecha por un codazo de Toledo. La visita perdía a su referente a la hora de generar juego en ataque. Aunque los anfitriones no supieron hacer valer el hombre de más que tenían.
Hasta la hora señalada, el encuentro entró en un compás de espera. Porque San Martín se quedó sin energía. Y el Tigre se dedicó a custodiar de manera celosa los tres puntos que tanto se le venían negando y que tanto necesita para nutrir el flaco promedio que tiene. De yapa, esta vez pudo ofrendarle un alegría a sus simpatizantes. Como hacía tiempo no lo hacía. Pero aún tiene mucho que corregir.
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