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 jueves, 23 de agosto de 2007  
Mujeres que estuvieron al borde de un cuento del tío
Zafaron del ardids de quienes dijeron ir de parte de sus hijos para entrar a sus viviendas

“Zafé porque no tenía los 50 dólares para darles el vuelto”. Doña Emi tiene 74 años y, aunque en el momento no se dio cuenta, estuvo a punto de ser víctima de una de las tantas modalidades del cuento del tío. El 12 de agosto, cuando estaba por entrar al edificio en el que vive, en pleno centro rosarino, desde un auto una pareja la quiso engañar. “Me dijeron que venían a pagar una deuda de 450 dólares que tenían con mi hijo. Sabían mi nombre y también el de mi hijo. La verdad es que no caí en la trampa porque no tenía la plata para darles el vuelto”, contó con inocencia la mujer.

Por su parte, un vocero policial dijo que “investigar este tipo de delito se hace complejo porque la gente denuncia cuando ya le entraron a la casa y le robaron” y aseguró que en los últimos 40 días se denunciaron dos hechos similares en comisarías céntricas.

Lo mismo que le sucedió a doña Emi le ocurrió a Irma, de 60 años; a Ana, de 72; y a Alba, de 70, quienes se convirtieron en casos testigos de una modalidad delictiva que crece.

“Señora, señora. Somos amigos de su hija”, le dijeron desde un auto a Alba, en la zona de Mitre al 300, a metros de su casa. Fue el martes 15 de agosto al mediodía. “¿Cuál? Romina o Alejandra”, contestó la mujer con inocencia. “De Ale. ¿No se acuerda de mí?”, le dijo una mujer de unos 30 años sentada como acompañante en un auto gris estacionado. A su lado, un hombre hacía de actor de reparto de la treta.

“Nos estamos por ir a vivir a Italia y queremos devolverle los 450 dólares que nos prestó. Tome, acá hay 500 dólares. Usted me tiene que dar 50 de vuelto”, le dijo la mujer. Aturdida por la cantidad de información y la responsabilidad, Alba respondió: “Bueno, ahora llamo a mi hija y coordine con ella”. La mujer no alcanzó a marcar que, muy amablemente, la pareja saludó y dijo que pasaría en otro momento.

“Son hechos que en el centro resurgieron en el último mes y medio y apuntan a personas mayores que andan solas”, dijo un pesquisa.

Modalidades. “Hay muchas modalidades de lo que se conoce como cuento del tío”, describió la fuente policial. Y recordó: “El que te mancha la ropa, se ofrece para limpiarte y te roba; el que dice que va de parte del hijo de la víctima a llevar una plata prestada; el toco mocho, con el que el timador trata de engañar a su víctima después de haber encontrado supuestamente un fajo de billetes que en realidad son papeles cortados y envueltos en un billete de 100; y otras más, pero esas son las clásicas”, describió el vocero.

Al igual que a Alba, a Ana le pasó algo parecido en Mitre al 500 el viernes 12 de agosto a las 14.20. La mujer, de 69 años, volvía de realizar unos trámites bancarios cuando desde un auto gris, estacionado a mitad de cuadra, una mujer de unos 30 años le dijo: “Qué suerte que la encuentro. Usted es la mamá de Jorgi. Nosotros veníamos de cerrar una operación inmobiliaria y queríamos devolverle los 650 dólares que nos prestó. El problema es que tenemos 700 dólares, ¿no tendrá 50 de vuelto en su casa? ¿Total estamos acá nomás?”. Ana recuerda que en el auto también había un nene de “unos 10 años” y pensó en la responsabilidad de tener ese dinero y se asustó. Saludó cordialmente y se alejó del auto caminando rápido.

Mentira salvadora. Hace un mes, a Irma le pasó algo parecido en San Martín al 2000. Fue al mediodía, cuando desde un auto negro ocupado por “un hombre mayor y tres chicas de unos 30 años”, según recordó, una de las mujeres que se presentó como Patricia y dijo que traía un paquete para su hijo.

“Perdón pero no tengo hijos”, respondió la señora de 69 años negando a sus dos retoños que andan por los 30 y pico. “Yo desconfié y zafé”, pero hay otros que están confiados, dijo la mujer. “El auto es una variable. Durante ocho meses estuvo todo bastante tranquilo y ahora se pusieron en movimiento. Hay una pareja de porteños que andan con un pibito, que son muy hábiles. También hay gitanos y otros caminantes de la calle”, concluyó uno de los pesquisas.


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