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| jueves,
23 de
agosto de
2007 |
Francia y Panamá aguardan a Noriega para enjuiciarlo
Gonzalo Espariz / DPA
Washington. — El futuro del ex dictador Manuel Antonio Noriega, después de más de 17 años en una prisión estadounidense, comenzará a definirse mañana, cuando un juez de distrito de Miami decida si debe ser extraditado a Panamá o a Francia. Envejecido y contando los días hasta su excarcelación el 9 de septiembre, el ex dirigente panameño es casi un fantasma del pasado al que los vericuetos de la Justicia han resucitado como arma política. Ahora es el centro geométrico de un triángulo de intereses formado por los gobiernos de Panamá, Estados Unidos y Francia.
Panamá reclama su extradición desde 1991, pero la oposición y numerosos analistas coinciden en que lo hace en voz baja: el regreso del hombre que rigió los designios del país entre 1983 y 1989 sería muy incómodo para muchos políticos. En su país natal le aguarda una sentencia penal de 15 años de cárcel por el asesinato de un médico en 1985, una condena de 20 años por la masacre de oficiales rebeldes en 1989, otra sentencia de 20 años por el fusilamiento del mayor Moisés Giroldi en 1989, y ocho años por peculado.
Francia también pide su traslado. Allí ya fue condenado “in absentia” en 1999 a diez años de cárcel, y las autoridades quieren enjuiciarlo ahora por lavado de dinero.
Ante su inminente salida, Estados Unidos intenta mantener un perfil bajo. No es la primera vez que Washington se quema las manos con Noriega. El ex general fue agente de la CIA en los 80 y condecorado incluso por la Agencia Antidroga (DEA) antes de rebelarse. Entonces, George H. Bush, padre del actual presidente, envió 35.000 soldados a invadir Panamá y capturarlo.
Fue juzgado y condenado por proteger embarques de droga hacia Estados Unidos a 40 años de cárcel, primero reducidos a 30 y después a 17 por buena conducta. Convertido en el prisionero federal 41.586, Noriega envejeció y desapareció políticamente hasta que el fin de su condena lo resucitó. Ahora quiere volver a su país para estar cerca de sus nietos.
¿Prisión domiciliaria? Otros motivos podrían ser más contundentes. La Justicia panameña no está estructurada sobre la base de penas acumulativas y la condena máxima es de 20 años de cárcel por delitos graves. Al mismo tiempo, según la ley panameña, al alcanzar los 74 años podría cumplir el resto de la pena en su casa. Y Noriega está cerca: tiene 73 años, según algunas biografías, y 69 según otras.
Mientras la Justicia sopesa una decisión que tendrá un marcado efecto político, los seguidores de Noriega ya se preparan para recibirlo.
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