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miércoles,
22 de
agosto de
2007 |
Tres barrios sin clases ni ventas por los apagones del invierno
Son La Tablada, Ludueña Norte y Las Flores, que exigen respuestas inmediatas a la EPE. La actividad comercial cayó un 40 por ciento. Y la falta de luz hizo que se terminara el agua
Lucas Ameriso / La Capital
Alumnos sin clase, interrupción del programa de vacunación a niños, caídas en las ventas de hasta un 40 por ciento y reducción de los emprendimientos productivos. Estas son algunas de las consecuencias que los vecinos de Ludueña Norte, Las Flores y La Tablada vienen sufriendo por la falta de suministro eléctrico por parte de la Empresa Provincial de la Energía (EPE). Si bien los grandes apagones se produjeron en junio y julio, estas barrios todavía sufren los embates de los apagones. Cansados de la falta de respuestas satisfactorias por parte de la compañía provincial, la protesta se canalizó en la Oficina Municipal de Defensa al Consumidor, que hoy presentará un escrito ante la EPE exigiendo obras de fondo para eliminar las prolongadas interrupciones de luz. “Buscamos cambiar lo que pasó con Bella Vista Oeste, reclamo en el que fuimos tratados como incapaces. Ahora frente al silencio de la empresa exigimos que respondan a la brevedad”, remarcó la titular de la dependencia, Analía Carrió.
Las bajas temperaturas y la crisis energética impactaron de diversas maneras en el servicio domiciliario e industrial que se abastece de la EPE. Pero todo parece indicar que la peor parte se la llevaron estos tres barrios de la periferia rosarina.
En Güiraldes al 500 bis (La Tablada) funcionan tres instituciones educativas religiosas: la escuelas Santa Margarita, Nuestra Señora de Fátima y la Madre Mazzarello. Todas conforman una comunidad educativa de 800 chicos y 100 docentes que tuvieron que hamacarse al compás de los cortes. “Las clases se dictaron pero con reducción horaria. Aguas Santafesinas nos trajo una cuba de agua para el uso de los baños, pero estuvimos peor que en la prehistoria”, graficó el cura Osvaldo Bufarini. Otros referentes de estas escuelas comentaron que a final de junio estuvieron una semana sin el suministro energético, por lo que las clases terminaban con la caída del sol.
En picada. Los comercios también sufrieron consecuencias económicas por los apagones. La zona de Güiraldes al 200 bis permaneció 20 días sin luz. “Las ventas se desplomaron, la gente no salía a comprar por temor a los arrebatos”, recordó Cristina, a cargo de un negocio, en relación a lo ocurrido durante junio y julio. Al no llegar la solución por el lado de la EPE, la buscaron los propios comerciantes: compraron un generador eléctrico y conectaron dos reflectores en la vía pública. Si bien ahora los cortes son más reducidos, igual promueven la inseguridad. “De Grandoli hacia el río los arrebatos aumentaron por la falta de electricidad. Queremos que la EPE sea más equitativa y que se reemplacen los transformadores de Güiraldes y Cepeda porque están al límite”, narró una vecina.
En el centro de salud Nº10 Villa Manuelita, que atiende a unas 5.700 familias, los apagones de fines de junio dejaron en jaque la prestación del servicio. En el sector de vacunación (para niños entre 2 meses y 11 años), el ecógrafo y la odontología quedaron virtualmente clausurados. Hubo que llamar al Hospital Provincial para poner a resguardo las dosis ante el riesgo de que se corte la cadena de frío.
Perros gorditos. En Ludueña Norte, precisamente en la zona de French, Urquiza, Provincias Unidas y vías del ferrocarril, los apagones en julio fueron devastadores. “Los únicos gorditos eran los perros por la cantidad de comida que hubo que tirar”, refirió Roxana Ocaranza, de la vecinal, en relación a un corte que se extendió 5 días en forma ininterrumpida. El transformador de Solís y De la Salle había salido de servicio y ahora los vecinos exigen que la EPE cambie los cables.
En barrio Las Flores, el Centro de Economía Solidaria de pasaje Violeta al 1700 vio afectada su producción durante los últimos dos meses. “No podíamos funcionar porque la carpintería y la herrería necesitan de la energía trifásica”, comentó una vecina. En la escuela especial Nº 2097 estuvieron un mes sin clases por falta de luz. En el Jardín Nº 80 tuvieron que hacer malabares para asistir a los 180 chicos que concurren y en el dispensario de Flor de Nácar al 8900 tuvieron que poner un tablero especial para poder atender las tres mil consultas mensuales. l
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El transformador de Lavalle y Solís se convirtió en blanco de críticas permanentes.
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