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 martes, 07 de agosto de 2007  
La crisis del turf rosarino

Hace diez años que cambió el sistema de juego de las foráneas en Rosario y en el interior del país. Es que por entonces surgió la llamada Asociación de Hipódromos, que centralizó las operaciones que anteriormente realizaban individualmente los tres circos “grandes”, es decir Palermo, San Isidro y La Plata.

  La primera consecuencia fue que esta Asociación exigió que todas las apuestas de las agencias rosarinas sean computadas en las máquinas expendedoras conectadas a la red del hipódromo de origen. En otras palabras, se desterró la posibilidad de la banca local que durante décadas tuvo el Jockey Club de Rosario, que le produjo buenas ganancias pese a algún ocasional acierto gordo.

  A cambio, la organización porteña paga un canon fijo mensual, que evidentemente no fue suficiente para que el Jockey Club sostuviera la actividad. La centenaria institución debió retirarse del hipódromo y de las foráneas, debiendo asumir los riesgos la Municipalidad de Rosario.

  La situación no ha mejorado en Rosario. Funcionan, es cierto, varias agencias de foráneas, aunque en general sus instalaciones no están a la altura de lo que se requiere en el Siglo XXI. No resisten comparación con agencias que funcionan en otras plazas, especialmente Capital Federal y Gran Buenos Aires. Pocas comodidades, mediocre gastronomía, insuficientes máquinas habilitadas en los momentos clave de las reuniones, etc.

  Estos temas no parecen preocupar a los dirigentes porteños, que suelen bajar a Rosario simplemente para presionar a las autoridades de la Sociedad Municipal para que se esfuercen en combatir el juego clandestino (labor que corresponde a la policía y a la Justicia) y para influir en propietarios y profesionales rosarinos para que incrementen su ya importante participación en las reuniones del turf mayor.

  Hablar de juego clandestino, por otra parte, hasta parece inútil en los tiempos que corren, ya que con Internet, la telefonía celular y la televisión están dadas todas las condiciones para su proliferación, sin la necesidad de que nadie se acerque, siquiera, a una agencia oficial habilitada.

  Por otra parte, la misma Asociación está intentando derivar juego a través de Hapsatel (apuestas telefónicas), con el propósito de debilitar la posición de la Sociedad Municipal y de paso perjudicar al fisco ya que esas apuestas no pagan impuestos provinciales y las que se realizan en las agencias sí.

  Por si algo faltaba, por estas horas habría trascendido el propósito de la Asociación de Hipódromos de cerrar definitivamente la agencia que funciona en el Paddock del Independencia (sala especial incluida), aduciendo que hay problemas con las líneas telefónicas y con el suministro de agua potable.

  Las fuentes no ocultan sin embargo, que el propósito sería derivar al público a las distintas agencias habilitadas en la ciudad y de esa manera soslayar la necesidad de dotar de mejores comodidades edilicias, mobiliarias y gastronómicas al recinto donde diariamente hacen sus apuestas centenares de aficionados rosarinos.

  Todo esto repercute, sin duda, en la actividad hípica rosarina, que como todos los hipódromos del interior es inexorablemente deficitaria, dado que no cuentan —como Palermo, San Isidro y La Plata— con ingresos extraturfísticos procedentes de las máquinas tragamonedas. l
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