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 domingo, 05 de agosto de 2007  
Educación: confusiones peligrosas

El carácter ingenuo que pueden tener ciertas confusiones en el área de educación no reduce las graves consecuencias que originan en el núcleo familiar, las instituciones educativas y especialmente en los sujetos de aprendizaje: los alumnos. Para dilucidar algunos peligrosos malos entendidos es indispensable, por ejemplo, analizar el contexto histórico en el que se comienza a hablar de fracasos escolares en nuestro país y la multiplicidad de sus causas; diferenciar términos como integración (formar parte de un todo), inclusión (conexión o amistad de una persona con otra) e interacción (acción que se ejerce recíprocamente entre varios); pensar en la igualdad de oportunidades reconociendo las desigualdades del origen y considerar los innumerables factores que pueden favorecer u obstaculizar los aprendizajes para desocultar lo que omite el concepto de cociente intelectual (evaluación comparativa con un “modelo medio” valorado en un tiempo y espacio particular).

   La propuesta es reflexionar para no quedar entrampados en reduccionismos de interpretación los que si bien pueden tranquilizar, son un mal punto de partida al momento de organizar propuestas de enseñanza que deriven en aprendizajes reales.

Adquisiciones y reconstrucciones que brinden la posibilidad de elegir, relacionar, resolver, escoger, decidir sobre la propia vida y que permitan disfrutar hasta de los mínimos logros aunque no sean los más valorados por la sociedad occidental actual. Aprendizajes que acrecienten en las personas la capacidad de ser sujetos con derechos y obligaciones, y no la de ser sólo personas sujetadas por un otro. Aprendizajes que despierten pasión por saber.

   Si por dolor, impotencia, amor, incapacidad o ignorancia se valora más la mera inscripción de un niño con capacidades diferentes en una escuela “común” por los derechos que ese niño tiene de recibir la enseñanza adecuada; si se da mayor importancia a la matrícula que a la justa atención que requieren los alumnos con capacidades especiales; si se prefiere la renegación (negar que se está negando) a un trabajo serio en conjunto con otras instituciones y profesionales desde sus recursos especiales y específicos; si se ejercita la miopía ante algunas realidades que pueblan los escenarios escolares mediante la complicidad de adultos “distraídos” y de brazos caídos; si ante precisos señalamientos de profesionales se prefiere hacer oídos sordos (porque no dicen lo que se quiere escuchar), ¿no estaremos confundiendo prácticas de justicia con actos de necedad?; ¿dónde están los tan promulgados derechos de los niños?; ¿a cuáles niños les corresponderán tales derechos?; ¿hay niños especiales y niños que no lo son?

   Si sostenemos que el conjunto de exigencias y requisitos del mundo actual sobrepasan las capacidades individuales acordaremos con Marta Schorn en que todos somos “discapacitados” con referencia a alguna situación específica, en consecuencia hay múltiples capacidades en los “discapacitados” y también múltiples posibilidades.

   Como educadores no podemos seguir confundiendo carencia con discapacidad al momento de abordar la tarea específica. Los aspectos políticos, los históricos, los culturales, los prejuicios, los temores y los mitos son, entre otros, los que sustentan las confusiones de esta época que llegan hasta impedir a cada niño, adolescente o joven, que construya su lugar en el mundo, su proyecto de vida.

Recordemos que los espartanos arrojaban a los niños malformados al monte Taigeto y Hitler mandó a eliminar a todos lo que no respondieran a su “modelo de perfección”.

No se puede desaprovechar la oportunidad que la diversidad conlleva al momento de construir conocimiento, aunque la tarea no sea sencilla.

   En consecuencia, tenemos el deber de agudizar la observación de lo visible y de lo obvio para detectar juntos la fuerza y dirección de lo que se oculta en las diferentes “confusiones” por ingenuas que puedan ser o parecer.

Se trata de una difícil tarea para docentes y padres, especialmente cuando en algunos escenarios se confunde la excelencia con alto nivel de exigencia, sin advertir que la exigencia responde siempre a algún sometimiento.

Ada Serio

Licenciada en educación

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