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lunes,
16 de
julio de
2007 |
Sergio Denis vivió una noche de canciones y resurrección
Con sus clásicos, puso la piel de gallina a una platea femenina más que enfervorizada
Las expectativas fueron ampliamente colmadas, tanto para Sergio Denis como para la multitud de mujeres (y algunos hombres), todos pasados de los 40, que se encontraron el sábado por la noche para colmar el auditorio Fundación Astengo. No faltaron las emociones, las lágrimas, la música y un sinfín de agradecimientos que fueron de la platea al escenario y viceversa. El cantante llegó a Rosario después de un severo problema de salud y la gente quiso compartir con él la alegría de vivir con los clásicos que le dieron fama.
El fervor estaba a flor de piel y estalló cuando el ídolo apareció detrás de las luces. Ataviado con su marca personal de saco arremangado y camisa blanca encaró un show que le iba a deparar no pocas emociones. Denis abrió fuego con “Fatalidad” y una ovación cerró el tema, quizás reconociendo al cantante, agradeciendo sus 37 años de carrera y sus 26 discos o saludando el regreso luego de sus problemas de salud.
No sin peinarse su flequillo una y mil veces, otro gesto de su personalidad, entonó “Extrañarte en abril” y adelantó la tristeza de “Alma” con una escena teñida de azul. No habían pasado ni quince minutos del show de una hora, cuando la seguridad del teatro debía barrer con las admiradoras que no cesaron un momento de acercarse a Denis y fotografiarlo, celular en mano.
“Gigante, chiquito” inauguró un tramo del concierto más movido, con palmas interminables y conversaciones de comunión con el público. “Vive” le puso la piel de gallina a más de una, sobre todo después de la descompensación sufrida hace dos meses por el cantautor en Paraguay y que casi le cuesta la vida.
Luego recordó a sus hijos, de quienes rescató un poema al que llamó “Te pusiste a pensar” y dejó un mensaje claro de esperanza y fortaleza con “La vida vale la pena”. Demasiadas emociones para una persona salida hace pocos días de la convalescencia. La voz de Denis comenzó a quebrarse de la emoción y su canto se transformó en fraseo. Aunque gracias al guitarrista Roque Maggio pudo alcanzar registros antes propios e interpretó una conmovedora versión de “Los sonidos del silencio”, de Simon y Garfunkel.
La simbiosis estaba consumada y los clásicos terminaron por pulirla. “Nada hará cambiar mi amor por ti” abrió la puerta a los sentimientos tantas veces esculpidos a fuerza de long plays y casetes (y por qué no magazines) y “Un poco loco” dejó al borde de la histeria a varias mujeres, muchas retiradas ya hace tiempo de esas lides.
Denis agradeció el compañerismo de su tecladista y director musical, Emilio Valle, y del percusionista José Colzani, palabras que utilizó para presentar “Te llevo en la sangre”, donde prevalecieron los sonidos flamencos y las bombachas de trofeo. “Cada vez que sale el sol” indicó que el espectáculo estaba cerca de su fin. “Todos los domingos” cerró la noche, precedida de una larga y sentimental arenga sobre lo vivido en los últimos tiempos. “Estuve en los brazos de Dios, pero yo quería vivir y ustedes estaban allí”, adujo como en una plegaria. “Te quiero” fue un bis con cuerpo de ceremonia religiosa donde el cantante y su público se unió por las palmas de las manos elevadas al cielo. Como en una misa con música en vivo y todo. l
O.V.
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Fotos
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El cantante estuvo en el Fundación Astengo por primera vez luego de sus severos problemas de salud, y se notó en su voz.
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