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miércoles,
11 de
julio de
2007 |
Opinión: Contra
el doping
Mirta Guelman de Javkin (*)
Suelo preguntar a los que “diagnostican” estos “cuadros”, como el de trastorno por déficit de atención con o sin hiperatividad, si al entrar a un aula, de cualquier escuela, pretenden encontrar niños clonados, que pesen y midan lo mismo, que porten estructuras cerebrales formadas por genes y estímulos iguales, que aprendan los mismos contenidos, a la misma velocidad, con el mismo interés y atención, permaneciendo quietos o inmóviles, so pena de ser castigados, aplazados o medicados.
La adaptación humana, distinta a la del resto de los seres vivos, depende de su desarrollo cognitivo y este a su vez, de la adopción afectiva y las vivencias y experiencias, que transita en el medio en que se cría.
Desde la década del 70 un grupo de profesionales luchamos contra la tendencia del “doping” que asimila la competencia intelectual a la deportiva. Tal vez, el consenso y la repercusión que logró el reciente Simposio Internacional sobre Niños Desatentos e Hiperactivos, realizado en Buenos Aires, permitirá a docentes, pediatras, psicólogos y otros profesionales, discutir con más profundidad este tema y ojalá su repercusión sea mayor que la protesta realizada por un grupo de padres y pediatras, en octubre de 1998, frente al Hotel Benaventure, donde enfrentaron a psiquiatras reunidos en una convención nacional (auspiciada por empresas farmacéuticas).
Si tomáramos conciencia de los efectos de nuestros diagnósticos y pronósticos nos negaríamos a clasificar o discriminar. Eliminaríamos premios y castigos que solo sirven para adiestrar o domesticar, alejando el objetivo de enseñar y troquelar un sujeto libre, capaz de evolucionar por sí mismo.
(*) Pediatra
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