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miércoles,
27 de
junio de
2007 |
Reflexiones
La era del conocimiento
Oscar Lamberto (*)
Durante mucho tiempo se ha hablado de la economía como la ciencia de la escasez, donde la existencia de bienes es limitada y las necesidades a satisfacer con esos bienes son ilimitadas. A tal punto que si los bienes alcanzaran para saciar a todos la teoría económica tal como se la conoce no tendría sentido, porque no existiría problema a resolver.
Estamos ingresando en una era de la humanidad donde se destaca un bien, el conocimiento, que no tendría límites y que obliga a repensar muchas de las enseñanzas que se imparten en las aulas.
La multiplicación del conocimiento viene ligada al cambio tecnológico que produce la informática, la digitalización de las comunicaciones, la robótica, la genética y la bioingeniería.
Estos nuevos modos de producción traerán, inevitablemente, grandes cambios en la organización de la sociedad y en sus principales instituciones.
Los primeros impactos empiezan a constatarse en las organizaciones políticas, en las formas de participación, en la formulación de las campañas electorales y seguramente culminará con otros diseños partidarios y con nuevas formas de representación.
La revolución del conocimiento modificará los sistemas de salud y la organización escolar, los métodos de información y comunicación, particularmente la prensa en papel; también cambiarán las expectativas de vida, la organización del trabajo y del ocio, los alimentos y las fuentes de energía.
Cada nivel de conocimiento logrado potencia el siguiente e impulsa nuevos cambios, que provocan nuevos conocimientos, que revolucionan la tecnología y potencian el saber humano hasta el infinito.
Los cambios se producen cada vez a mayor velocidad, desde que el hombre comenzó a sembrar pasaron diez mil años, desde la primera máquina a vapor que dio comienzo a la era industrial trescientos y desde la aparición de las primeras computadoras unas pocas décadas.
Los niños y adolescentes son quienes se adaptan mejor y rápidamente a las tecnologías de esta época pero también muchos de ellos no tienen oportunidades de acceder a las mismas, generándose una brecha social que puede ser insalvable, con graves consecuencias y tensiones que hagan imposible la convivencia.
El nacimiento de una nueva era da oportunidades genera traumas y también pone a prueba a los dirigentes de todos los ámbitos; algunos no pueden resistir este torbellino, pero otros son capaces de entender y conducir los cambios. Esos son los que dejan las marcas de su existencia en su paso por la tierra e identifican con sus nombres los diferentes ciclos de la historia.
(*) Diputado nacional (PJ)
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