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sábado,
23 de
junio de
2007 |
La magia es lo que hace la diferencia
Leo Ricciardino (*)
Fue en sexto grado que la maestra de música me sugirió que yo sólo tocara el triángulo en el coro de la escuela. Un poco autoritario me pareció, es que a los 12 años mi voz se había engrosado pero no definido y oscilaba entre un tenor demasiado grave y un barítono todavía algo agudo. Entonces allí, comenzó para mí otra “carrera” dentro de la escuela que luego me acompañaría a lo largo de casi todo el secundario: sería el locutor oficial en los actos patrios.
Por eso, a los 15 averigüé todo lo que tenía que hacer para estudiar como locutor. Quería estar en la radio, en cualquiera, como sea. Pero con el paso del tiempo —hasta que terminé el bachillerato— me di cuenta de que en realidad yo no sólo quería aprovechar mi voz como una herramienta, sino que quería comunicar cosas más allá de una tanda comercial, o la presentación de un disco. Descubrí rápidamente que quería ser periodista radial. Hacia allí me dirigí y, desde los 19 años que me senté por primera vez frente al micrófono de una emisora, no paré hasta ahora, hasta los 40.
El programa, la radio, la repercusión, pueden ser distintas pero la magia es siempre la misma. Es esa que no sólo desarrolla la imaginación del oyente sino la propia, la de los que supuestamente generamos esos climas. No existe otro medio que tenga esa capacidad de ida y vuelta, esa percepción de que el otro está atento del otro lado, ávido de historias y sorpresas.
El lector de un diario es vagamente imaginado, un televidente alguien que debe ser seducido permanentemente; pero un escucha es —sobre todo— un sujeto fiel. Así lo imagina uno y se rinde ante esa posibilidad maravillosa.
(*) Periodista de LT8,
Rosario/12 y Canal 5.
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