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sábado,
23 de
junio de
2007 |
Adiós a un digno adversario
El célebre Voltaire decía: “No comparto tus ideas, pero sería capaz de dar mi vida para que pudieras expresarlas”. La evocación de estas palabras viene a cuento por la repentina e infausta muerte del profesor Edgardo Garbulsky. Lo conocimos en los oscuros años de la dictadura militar cuando volvía del obligado exilio y estaba marginado de la universidad por sus ideas marxistas. En medio de esa noche negra, Garbulsky nos enseñaba a leer la realidad y las teorías sociales críticamente. Althusser, Lucien Goldman, etcétera. Ejercía la pedagogía contra los tiranos. Mientras en las aulas se propalaba el oscurantismo, Edgardo nos impulsaba a pensar la utopía de un mundo más justo y humano. Confrontamos muchas veces, coincidimos otras, siempre nos encontramos en la resistencia al neoliberalismo, a la corrupción y mendacidad universitaria. Compartíamos un sentimiento de nostalgia por la revolución española, las canciones de los milicianos que frente al asombro de muchos supimos cantar una madrugada de vino y empanadas en la sede de nuestro sindicato. Ahora ya no estará con su sonrisa, ironizando, reflexionando. Es cierto que nuestras posiciones políticas fueron antagónicas, el leninista, nosotros socialistas libertarios, anarquistas. Lo cierto es que se fue para siempre un digno intelectual argentino.
Carlos A. Solero
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