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domingo,
10 de
junio de
2007 |
El futuro perfil de la ciudad
Rosario es testigo y protagonista estos días de un debate crucial. De las posiciones enfrentadas en torno del nuevo Código Urbano deberá brotar un modelo consensuado que contemple todos los intereses y que cimente con solidez las bases del crecimiento. El nudo de la polémica son problemas que podrían definirse, sin que resulte paradójico hacerlo, como positivos. ¿Por qué? Sencillamente porque atañen al despegue, al notorio impulso hacia adelante —en lo material y en lo cultural— que vive Rosario de un tiempo a esta parte. Pero cuando el movimiento que trae aparejado el progreso no es supervisado con inteligencia, suele ocurrir que lo que se pierde es tanto o más importante que lo que se gana. La piqueta —y de eso la ciudad sabe bastante— no contempla aspectos centrales, que desbordan la esfera de lo material para entrar en espacios vinculados con la historia y el carácter de la urbe. Pero tampoco se debe ir hacia el otro extremo y proponer una virtual parálisis: la actividad económica es el motor que pone en marcha el crecimiento rosarino. Sin dudas que corresponde vigilar, preservar y armonizar. Pero no es por intermedio de posturas conservadoras ni nostálgicas que la ciudad llegará a ser lo que puede y merece. Ojalá que el intercambio resulte fructífero y de la escucha y comprensión mutuas surja una herramienta lúcida, capaz de incluir todas y cada una de las posiciones en un espacio común. Rosario debe crecer sin excluir a nadie, integrando pasado y porvenir en un presente tan pujante como respetuoso.
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