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domingo,
10 de
junio de
2007 |
Vuelve el miedo a la ETA en el País Vasco
Con el fin de la tregua, miles de dirigentes políticos reviven el terror de ser asesinados
Jorge Vogelsanger
Madrid. — “A partir de ahora tengo que volver a mirar todos los días debajo del coche, por si me han colocado una bomba lapa”, relata un concejal en el País Vasco. Como él, alrededor de 2.000 políticos, empresarios, policías, jueces o periodistas viven la ruptura de la tregua de ETA con especial amargura y temor: figuran en las listas de posibles objetivos del grupo armado vasco, que ahora les vuelve a imponer una macabra rutina del terror.
Según un informe confidencial de la policía citado por el diario El País, el grupo armado estaría preparando un atentado similar al perpetrado el 30 de diciembre pasado en el aeropuerto de Madrid, que costó la vida a dos ciudadanos ecuatorianos.”ETA busca objetivos simbólicos y empleará gran cantidad de explosivos”, sostienen los investigadores. Entre los sectores que concentran la atención de las fuerzas de seguridad está el turístico, dado que la campaña estival está por comenzar y ETA lleva años atentando en la costa mediterránea durante la temporada de vacaciones. Su intención es dañar un sector clave para la economía del país, pero en más de 20 años no lo ha logrado. Al contrario, el turismo ha crecido y España es hoy, con 58 millones de turistas anuales, la segunda potencia mundial del sector, sólo superada por Francia.
El precio personal. Pero los que más de cerca viven esa amenaza son aquellos que directamente están en la lista de los terroristas y no pueden dar un paso sin sus guardaespaldas. Y no se trata sólo de políticos de alto rango o acaudalados industriales, como se podría pensar, si no de gente que muchas veces vive de otra profesión y está en política por vocación.
Si el comienzo del alto el fuego hizo que muchos de ellos experimentaran una sensación de libertad casi olvidada, “por fin voy a ir al cine o a comer un helado con mis hijos sin escolta”, decía un edil 14 meses atrás, ahora vuelven a vivir la pesadilla de una vida trastocada por el terror. “De repente, vuelves a temer por la familia”, admite la edil socialista Loly de Juan, que tras las elecciones del pasado 27 de mayo se perfila como alcaldesa de la localidad vasca de Basauri. Sin embargo, como muchos otros, se muestra combativa: “Esta banda de descerebrados no nos va a hacer cambiar”.
También demuestra mucho temple Virginia Arroyo, joven concejal del Partido Popular (PP) en Ermua, pueblo donde era edil Miguel Angel Blanco, cuyo asesinato por ETA en 1997 generó una de las mayores olas de repulsa contra el grupo armado que se recuerda en España.
“He dejado de salir bastante con mis amigas y decidido no ir con ellas para no meterlas en este lío. Yo soy la que ha elegido este camino”, dice esta estudiante, que a sus 20 años, ya sintió en carne propia el riesgo que su vocación política puede significar en el País Vasco: durante la campaña electoral fue agredida junto con su compañera de partido Nerea Alzola por un grupo de radicales mientras pegaban carteles del PP en Bilbao. Sufrió una contusión lumbar y la rotura de una muela por los golpes recibidos. l
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