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domingo,
10 de
junio de
2007 |
El tren bala a Buenos Aires podría generar dependencia tecnológica
Especialistas ferroviarios advirtieron que la puesta en marcha de un tren bala en el país puede someter a Argentina a una “dependencia tecnológica inaudita” y reclamaron al gobierno que evite concretar el proyecto para construir una línea de formaciones de alta velocidad entre Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
Los expertos argumentaron que el funcionamiento de lo que técnicamente se conoce como trenes de gran velocidad (TGV) implicará la importación de la mayoría de los elementos necesarios para su implementación y la utilización de servicios de empresas y profesionales extranjeros.
Exigieron además que el gobierno amplíe las vías, cuya extensión era de 47 mil kilómetros en 1955 contra las 8 mil actuales, electrifique rieles, elimine pasos a nivel, y modernice la señalización y el material rodante, con compañías locales y técnicos argentinos.
Los especialistas aseguraron que la concreción de esa iniciativa puede modificar el servicio deficiente del sistema ferroviario, que derivó en varios incidentes en los últimos años, y permitir que los técnicos involucrados en la obra se capaciten mientras trabajan, para afrontar luego la edificación de trazas de los trenes bala.
“Un proyecto de estas características tendría una factibilidad técnica mucho más accesible, costaría al Estado incomparablemente menos y podríamos tener formaciones que podrían desarrollar 160 kilómetros por hora, contra los 40 promedio a los que tienen que viajar ahora por el deterioro de los rieles”, dijo a DyN el ingeniero industrial Miguel de Larminat.
En abril, el consorcio Veloxia, integrado por la francesa Alstom, la española Isolux Corsan y las argentinas Emepa e Iecsa (empresa que Francisco Macri vendió en marzo a su sobrino Angelo Calcaterra), ganaron la licitación para la construcción de una línea de TGV (de 300 km/h) entre Buenos Aires, Rosario y Córdoba, tras presentar una oferta de 1.320,5 millones de dólares.
Resta sólo un dictamen de la Secretaría de Transporte de la Nación para que el consorcio resulte adjudicatario del proyecto y comience con la construcción de la línea, cuya concreción total demandará al menos 3 años, según cálculos oficiales.
“La suma del oferente está muy por debajo de los costos internacionales, porque, traducida en euros y sobre la base de los kilómetros que quieren cubrir, es de 1,15 millones de euros por kilómetro de vía, nueve veces menos que el costo del último TGV francés”, sostuvo Larminat.
Dijo que “el tiempo estimado por el Gobierno para la finalización de la obra será el doble, como mínimo”.
El ingeniero trabajó en 1975 en el grupo francés Empain-Schneider, que desarrolló el primer TGV de Francia.
Larminat advirtió que “si se concreta el proyecto del gobierno, es altamente probable que el consorcio unos meses después de haber iniciado la obra comunique al gobierno que la construcción demandará una suma mucho mayor”. (DYN)
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