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 domingo, 10 de junio de 2007  
El cazador oculto: “Una mirada indiscreta al periodismo”

Ricardo Luque / Escenario

Backstage. Hace tiempo ya que el negocio del espectáculo entendió que al público le interesa tanto lo que sucede delante como detrás de escena. Y explotó su morbo, ese interés malsano por saber qué pasa cuando se apagan las luces del varieté, tanto como le fue posible. Así, sin quererlo, nació un género que, disfrazado de documental, en realidad, no tiene más entidad que el cotilleo de vecinas. OK. Ahora que está entendido, no queda más que ir directo al grano. Llegó la hora de pasar a la trastienda. ¿Cuál? La de los festejos del Día del Periodista. Por supuesto. Porque bastó escuchar la radio, ver la televisión, leer los diarios para darse cuenta de que los paladines de la justicia que a diario informan y orienta a la opinión pública se dan flor de atracón con las delicatessen que les regalan en su día. Ya lo pidió, a viva voz, Nacho Suriani. Su voz era un ruego: “¡Basta de tortas!, ¡basta de masas! ¡basta de dulces!”, y su reclamo encerraba el temor a caer en la tentación y terminar como el pez, que por la boca muere. Nada extraño. Eso les pasa, inevitablemente, a los habladores que viven con los labios pegados al micrófono. No fue el caso, claro, la alegría reinante en las redacciones, los estudios, las salas de prensa, alivió las cargas. Animó los espíritus. Pero no todos. Los periodistas de espectáculos, la inquieta prensa del corazón, la incisiva prensa artística, se quedó sin fiesta. Y fue así porque los productores artísticos, que a diario revolotean a su alrededor pidiendo el oro y el moro, ni levantaron el teléfono para decir ¡feliz día! Ni Claudio Joison, señalado como el más “exitoso” del pelotón por una página web económica, ni Ulises Herrera, el paladín de los shows internacionales, ni Gustavo Granato, un empresario con espíritu rockero, ni Ricardo Alongui, el rey sin corona de las tablas, y mucho menos Pepe Grimolizzi, un veterano de mil batallas, dieron señales de vida. Y no lo hicieron sencillamente porque saben que la prensa del showbussines es incorruptible. Que sus gentilezas hubieran sido mal vistas. Bien hecho.
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