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domingo,
10 de
junio de
2007 |
Voces prodigiosas para una puesta de alto valor estético
La Opera de Rosario brilló en la presentación de “La boheme”
U. G. Mauro / Escenario
Muchos entendidos, pero también aquellos no iniciados en las sutilezas de lo operístico, gente para la que “Musetta” y “Mimí” sólo constituyen incomprensibles personajes de un viejo tango, disfrutaron plenamente con la excelente versión que de la ópera “La boheme”, de Giacomo Puccini, se presentó en el teatro El Círculo.
La trama de esta obra basada en el libro “Escenas de la vida de bohemia”, de Henry Murger, relata las desventuras de un poeta bohemio, Rodolfo, y una bella bordadora, Mimí, en el Barrio Latino de París durante el siglo XIX. La historia, más allá de su final dramático, se condimenta con comedia, tragedia, humor y patetismo.
Esta coproducción de la Asociación Cultural El Círculo y la Opera de Rosario, que se ofreció con la lograda regié de Rubén Berasain, es una muy cuidada puesta en la que se lucieron las voces de las sopranos Leonora del Río, como una conmovedora Mimí de irreprochable solvencia vocal y dramática, y la de Susana Moreno cubriendo con notable desempeño el rol de Musetta.
Por el lado de las voces masculinas, Marcelo Puente cosechó las mayores muestras de aprobación en su papel de Rodolfo, muy correctamente complementado por Luciano Garay como Marcelo, su compañero de andanzas.
El público ponderó la muy correcta labor del Coro Lírico Pía Malagoli de Rosario y hubo en la platea claras muestras de simpatía hacia la participación que le cupo, durante el colorido segundo acto _de los cuatro que integran la obra_, al Coro de Niños de la Escuela Provincial de Música. Las gratificaciones llegaron además con la muy buena labor del maestro Javier Logioia Orbe, que desplegó su profundo conocimiento del género en la conducción de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, al recrear pulcramente los diversos climas de la creación de Puccini.
La Opera de Rosario hizo otra apuesta fuerte con “La Boheme”, pues su montaje ofrece un notable despliegue escenográfico, lumínico y de vestuario. El sistema de traducción instalado sobre el escenario se constituye en un elemento invalorable que facilita la comprensión para el público no habitual del género e invalida, de paso, el flaco argumento según el cual este género es “difícil”.
La gran calidad vocal de los protagonistas no pasó inadvertida para nadie y personajes complementarios como Schaunard, encarnado por el rosarino Alejandro Meerapfel también recibieron un merecido tributo que alcanzó su máxima intensidad con las arias y dúos del comienzo y del vibrante final.
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Fotos
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El elenco rosarino le hizo justicia a la obra de Giacomo Puccini.
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