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 domingo, 10 de junio de 2007  
Start up
Tecnológica que aprendió la lección

Eduardo Remolins

Nemo se había perdido. Por lo menos para mí, que hacía cinco años que no sabía de él. Lo reencontré hace un mes, más o menos, pero ya no se llamaba Estudio Nemo.

Ahora era Nemo Group, una empresa considerablemente más grande.

¿Cómo pasó esta tecnológica rosarina de los cuatro empleados que tenía hace cinco años, a los más de 70 que tiene hoy?

Renato Poloni, su fundador, me lo explicó brevemente en la última reunión del Polo Tecnológico, la institución a la que está asociada la empresa.

Las decisiones que tomó en este tiempo y las lecciones que aprendió en el camino, son tan relevantes y útiles para otras empresas, que vale reproducirlas en pocas palabras.

Estas son las tres más importantes:

  • Nemo se especializó. Tiene un más que interesante nicho de negocio orientado a las empresas de turismo. Vende software y servicios desarrollados especialmente para ellas. No hace cualquier cosa para cualquier empresa. Sabe a quién ofrecerle lo que tiene. Y lo que tiene no es un producto común.

  • Nemo se hizo internacional. El de las empresas de turismo es un nicho, pero es global. Muchos de los clientes son europeos, especialmente de España. Poloni fue paso a paso, pero no tuvo miedo en salir.

  • Nemo comenzó a hacer Offshore Outsourcing, pero lo hizo de un modo especial. El offshore outsourcing es la tercerización de servicios o desarrollo de software que hacen las empresas de países desarrollados en empresas de países en desarrollo, más baratos.

  • Nemo optó por la versión más conveniente de este negocio: vende servicios de atención al cliente a través de un contact center.

    La empresa atiende a clientes de firmas de distintos países del mundo, en inglés, francés o portugués, pero lo hace desde Rosario. Tienen un servicio diferenciado, de valor agregado y, más importante, venden directamente, sin intermediarios. Así sí vale la pena el offshore outsourcing.

    Por supuesto, la empresa hizo mucho más en estos cinco años, pero para muestra basta un botón.

    Ahora que estamos buscando modelos exitosos de desarrollo tecnológico local, fue bueno reencontrarlo a Nemo.



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