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sábado,
09 de
junio de
2007 |
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Café del Bajo
Café del Bajo
-Bien, sigamos con "El reto de vivir". La problemática existencial es amplísima en lo social y personal. La cuestión es, Inocencio, ¿qué hacer? Recuerdo las palabras publicadas aquí hace unos días atrás del rabino Daniel Dolinsky, cuando le preguntamos qué hacer ante la angustia: "No va a quedar otra que esforzarse", expresó.
-Sí, pero también añadió algo muy interesante, para tener en cuenta, que es lo relativo a tener cuidado con las fórmulas mágicas: "Lamentablemente -dijo- también en nuestro tiempo hay muchos chantas, mucha magia y están los que dicen: «Yo te arreglo en tres minutos lo que vos estás buscando. Entonces la necesidad a veces nos lleva por caminos oscuros»".
-Ante este mayor reto que implica vivir, no va a quedar otra que un mayor esfuerzo. Y Daniel Dolinsky habló de acercarse a los fuegos de Dios, es decir a las religiones tradicionales y de comenzar a pensar en la ayuda al prójimo como forma de ayudarse a sí mismo. ¿Y qué plantean las religiones tradicionales o incluso algunas líneas filosóficas y psicológicas? Que el esfuerzo consiste en autoestimarse lo suficiente para decidirse al esfuerzo. Un esfuerzo que comprende fe en las fuerzas propias y en las de ese ser superior que conocemos como Dios. El esfuerzo también consiste en la esperanza, aun en medio de la profunda frustración.
-Sin embargo el hombre es un ser social que no puede realizarse por sí mismo.
-Estoy absolutamente de acuerdo con eso. Pero hay una frase de Saulo de Tarso que dice más o menos así y revela una verdad: "Si Dios está con nosotros ¿quién podrá contra nosotros?". En las lecturas judías se hace mención a la historia, por supuesto real, de José, uno de los hijos de Jacob, que fue abandonado por celos de sus hermanos en un pozo del desierto y poco después hecho esclavo. Con el tiempo aquel joven sufriente termina siendo segundo del Faraón de Egipto y un buen día sus hermanos acuden a él, sin saber quién era, pidiendo auxilio, van a Egipto a comprar granos. Al fin José se da a conocer y ante la culpa y la vergüenza de sus familiares les dice que no se preocupen, que Dios todo lo dispuso para bien. Una de las frases que José pronuncia a sus hermanos para serenarlos es muy parecida, en el fondo, a lo que dice San Pablo: "Si diez llamas no han podido apagar una sola, ¿podrá acaso una sola apagar diez?".
-Impactante.
-Y muy cierto. El problema, o que más cuesta, me parece a mí, no es la superación del obstáculo en la vida, sino adoptar la decisión de superarlo. Esto es lo que nos cuesta a los hombres. Nos cuesta porque no confiamos en nosotros mismos, porque tenemos miedo, porque nos creemos incapaces o porque suponemos que no tenemos derecho a... (póngale el lector el derecho que desee).
-Esto, muchas veces, Candi, también en virtud de que durante cierto tiempo algunas religiones nos mostraron una cara de Dios que yo no creo tenga: ese rostro castigador y encolerizado. Mañana la conclusión.
Candi II
-Bien, sigamos con "El reto de vivir". La problemática existencial es amplísima en lo social y personal. La cuestión es, Inocencio, ¿qué hacer? Recuerdo las palabras publicadas aquí hace unos días atrás del rabino Daniel Dolinsky, cuando le preguntamos qué hacer ante la angustia: "No va a quedar otra que esforzarse", expresó.
-Sí, pero también añadió algo muy interesante, para tener en cuenta, que es lo relativo a tener cuidado con las fórmulas mágicas: "Lamentablemente -dijo- también en nuestro tiempo hay muchos chantas, mucha magia y están los que dicen: «Yo te arreglo en tres minutos lo que vos estás buscando. Entonces la necesidad a veces nos lleva por caminos oscuros»".
-Ante este mayor reto que implica vivir, no va a quedar otra que un mayor esfuerzo. Y Daniel Dolinsky habló de acercarse a los fuegos de Dios, es decir a las religiones tradicionales y de comenzar a pensar en la ayuda al prójimo como forma de ayudarse a sí mismo. ¿Y qué plantean las religiones tradicionales o incluso algunas líneas filosóficas y psicológicas? Que el esfuerzo consiste en autoestimarse lo suficiente para decidirse al esfuerzo. Un esfuerzo que comprende fe en las fuerzas propias y en las de ese ser superior que conocemos como Dios. El esfuerzo también consiste en la esperanza, aun en medio de la profunda frustración.
-Sin embargo el hombre es un ser social que no puede realizarse por sí mismo.
-Estoy absolutamente de acuerdo con eso. Pero hay una frase de Saulo de Tarso que dice más o menos así y revela una verdad: "Si Dios está con nosotros ¿quién podrá contra nosotros?". En las lecturas judías se hace mención a la historia, por supuesto real, de José, uno de los hijos de Jacob, que fue abandonado por celos de sus hermanos en un pozo del desierto y poco después hecho esclavo. Con el tiempo aquel joven sufriente termina siendo segundo del Faraón de Egipto y un buen día sus hermanos acuden a él, sin saber quién era, pidiendo auxilio, van a Egipto a comprar granos. Al fin José se da a conocer y ante la culpa y la vergüenza de sus familiares les dice que no se preocupen, que Dios todo lo dispuso para bien. Una de las frases que José pronuncia a sus hermanos para serenarlos es muy parecida, en el fondo, a lo que dice San Pablo: "Si diez llamas no han podido apagar una sola, ¿podrá acaso una sola apagar diez?".
-Impactante.
-Y muy cierto. El problema, o que más cuesta, me parece a mí, no es la superación del obstáculo en la vida, sino adoptar la decisión de superarlo. Esto es lo que nos cuesta a los hombres. Nos cuesta porque no confiamos en nosotros mismos, porque tenemos miedo, porque nos creemos incapaces o porque suponemos que no tenemos derecho a... (póngale el lector el derecho que desee).
-Esto, muchas veces, Candi, también en virtud de que durante cierto tiempo algunas religiones nos mostraron una cara de Dios que yo no creo tenga: ese rostro castigador y encolerizado. Mañana la conclusión.
Candi II |
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