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domingo,
03 de
junio de
2007 |
[Lecturas]
Memoria persistente
Osvaldo Aguirre / La Capital
Investigación El fusilamiento de Penina, de Aldo Oliva. El Viejo Topo, Barcelona, 2007, 100 páginas, $ 25.
Entre otras devastadoras consecuencias, la intervención militar de la Biblioteca Constancio C. Vigil, iniciada en febrero de 1977, provocó la destrucción de 80 mil libros de la Editorial Biblioteca. Así se perdieron las tiradas completas de los cinco títulos de la colección Testimonio, que ni siquiera habían salido a la venta. Una de esas obras, “El fusilamiento de Penina”, del poeta Aldo Oliva (1927-1990), desapareció sin dejar rastros y sin que el autor conservara copia. En 2004 un ex miembro de la comisión directiva de la Biblioteca descubrió que tenía guardado un ejemplar. Ese único libro ahora se ha multiplicado con una reedición de la obra, que llega de España en estos días a presentarse en Rosario.
Esa es la historia muy resumida de un libro que parecía perdido para siempre y, como se dice en el prefacio de la reedición, es un ejemplo “de la persistencia de la memoria venciendo dos intentos fallidos de abolirla”: primero con los victimarios de Joaquín Penina y luego con los que quisieron borrar el relato de su historia.
La reedición de “El fusilamiento de Penina” fue impulsada en Barcelona por la Plataforma Argentina contra la Impunidad, un grupo de derechos humanos que promueve acciones de rescate de la memoria histórica. Al texto original se le añadieron un prólogo de Antonio Oliva (hijo de Aldo) y Roberto Frutos y una separata con una extensa entrevista a Rubén Naranjo, director de la Editorial Biblioteca. La edición tuvo una tirada en español y otra en catalán.
Penina tenía 29 años y había nacido en Gironella, España. Su militancia estuvo dedicada a la difusión de la ideología anarquista a través de libros y folletos que pagaba con sus ahorros. Al producirse el golpe militar del 6 de septiembre de 1930, con el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen, el consejo local de la Federación Obrera Regional Argentina le pidió que redactara un volante, junto con Pablo Porta.
La sección Orden Social de la policía de Rosario detuvo el 9 de septiembre a Penina, Porta y otro joven anarquista, Victorio Constantini. Los tres fueron torturados, y en particular Penina, a quien interrogaban por el mimeógrafo donde iba a imprimirse el volante. En la madrugada del día siguiente, un pelotón del Regimiento 11 de Infantería lo llevó a las barrancas del arroyo Saladillo, donde lo fusilaron. Sus compañeros recuperaron la libertad.
Anticipando el método habitual en los años 70, la intervención de la policía de Rosario, encabezada por el teniente coronel Rodolfo Lebrero y el mayor Carlos Ricchieri, tomó todos los cuidados necesarios para convertir a Penina en un desaparecido y borrar las huellas del crimen: el cuerpo fue enterrado como NN en el cementerio La Piedad y no hubo ningún sumario por el caso. Pero los compañeros de militancia de Penina y una campaña de denuncia realizada por el diario rosarino Democracia en 1932 permitieron conocer los detalles ocultos de la historia.
Oliva escribió su libro en 1974. El cuerpo central está formado por una selección de testimonios tomados de fuentes de la época, que aparecen comentados y ordenados en función de establecer un relato sobre la desaparición de Penina, la trama político-militar subyacente y las reacciones de la sociedad rosarina. En la introducción Oliva analiza, desde una perspectiva marxista, las condiciones de la lucha de clases en la época y las proyecciones históricas del suceso en cuestión.
Entre los documentos citados se encuentra la respuesta de la División de Investigaciones de la policía a un hábeas corpus: “Joaquín Penina fue detenido el día 9 del corriente a las 7 horas, en averiguación de antecedentes. Fue puesto en libertad el 10, a las 22 horas. Actualmente se ignora su paradero”. Las mismas fórmulas con que los represores modernos quisieron clausurar las búsquedas de otros desaparecidos.
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Fotos
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Oliva. En la Facultad de Humanidades, en un homenaje de escritores y docentes, en 2000.
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