Año CXXXVII Nº 49492
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Economía
Ovación
Señales
Escenario
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 27/05
Mujer 27/05
Economía 27/05
Señales 27/05
Educación 26/05
Estilo 19/05
Salud 16/05
Página Solidaria 16/05

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 03 de junio de 2007  
Opinión: Manejos y mentiras en el fútbol

Los comportamientos en el fútbol siempre dejaron mucho que desear. Y todos los hechos reprochables fueron como consecuencia de actitudes muy pocos claras. Cuando Basile, dice “quiero volver a la época en la que la gente sabía de memoria como formaban casi todos los equipos”, olvida decir que con las camarillas que se formaban con los jugadores más viejos, se cuidaban la titularidad y además tiraban al bombo o no le daban la pelota a los que venía de las inferiores. Así era muy fácil jugar siempre con el mismo equipo. Y como los técnicos eran manejados por ellos, todo se hacía muy fácil.

  Cuando los DT comenzaron a tener poder de mando, a través de algunos arreglos con los dirigentes las camarillas fueron desapareciendo, pero los DT terminaron siendo los fusibles de las comisiones.

  Para emparejar las cosas y defender su nicho de poder, aparecieron los representantes, ahí se pateó el tablero, apareció el canje y los clubes dejaron de ser los únicos dueños de los jugadores, y para regular las cosas se creó el derecho económico. Un derecho que a la hora de ejercerlo no sirve demasiado y es un dolor de cabeza para los inversores.

  A partir de estos cambios los dirigentes perdieron credibilidad. Además, como los clubes no pueden quebrar sino convertirse en fideicomiso, los inversores empezaron a desconfiar y se alejaron aún más. Ante esto los clubes tuvieron que pagar con la sesión de los derechos de los jugadores.

  Los clubes recibían el dinero cuando era una promesa. El inversor lo aguantaba y cuando se consolidaba el dirigente se hacía el distraído y lo vendía desconociendo los derechos que el inversor tenía sobre el jugador. Las trampas y las mentiras fueron el pan caliente en el fútbol.

  Y si algo faltaba para cerrar los hechos de corrupción, aparecieron como en todo movimiento los brazos armados. Que en el fútbol se los llama barra bravas. Pero no todo está perdido. Todavía los buenos jugadores crecen como hongos y esto mantiene vigente la pasión y el sentimiento de la gente. l
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados