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 domingo, 03 de junio de 2007  
Polémica.
Inocencia y tinieblas

Por Rodolfo Bella
El erotismo salió del armario: ahora está en televisión. Y mide un rating fabuloso. El erotismo asociado al caño. O a la “pole dance”. Una disciplina que saltó de los peep shows a los gimnasios y a la pantalla chica.

   En una de esas demostraciones de destreza y sensualidad la nota discordante la protagonizó Nazarena Vélez, con su puesta en escena de la sensualidad y su top less final. Es decir, aquel que reúne toda la iconografía de la seducción de cabaret en la sucesión: colegiala-desnudo-espuma-bañera-champaña. Y caño. No faltó nada.

   A partir del martes pasado la sumatoria de tópicos produjo algunas reacciones ¿para la historia? relacionadas con el tipo de televisión que produce la Argentina y el nivel del televidente medio. También disparó una serie de calificativos del tipo “procaz”, “vulgar”, “grosero”, todo dicho o escrito en un tono apocalíptico. También se planteó si “se debe” o “no se debe” mostrar, hacer o decir determinadas cosas, y la presencia de chicos en el estudio mientras todo ocurría, menores de entre 3 y 10 años, según se dijo, que posiblemente estén habituados a ver a sus madres, tías o hermanas mientras alimentan a sus bebés. Claro que una madre no “debe” treparse a los caños (...) ¿No fueron suficientes años de mordaza para que alguien tenga la necesidad de sentirse censor?

   Todo lo ocurrido no es más que parte de un juego que se hace visible en un medio gratuito y popular, que casualmente contó con un apoyo masivo, como lo demuestran las mediciones de Ibope. Si es o si no es “de buen gusto” no se puede juzgar sin consultar previamente las afinidades estéticas de cada uno de los cuatro millones de personas que lo vieron sólo en Buenos Aires. Visibilizar un tabú siempre trae problemas, entre otras cosas porque genera cuestionamientos. Uno de ellos puede ser sobre el rol de la mujer en este tipo de show. Claro que ellas ingresan después de dar su consentimiento, entrenan durante semanas y parece que disfrutan del baile. Lo que demuele cualquier argumento opuesto.

   Al margen de la iconografía de despedida de soltero/a, a veces bastante naif, desplegada por los bailarines en general (sado-maso, conejitas, gatas...) y por Nazarena Vélez en particular (colegiala), nadie debería decidir qué mirar, decir o mostrar. Quien no quiere ver, tiene libertad para leer, jugar al scrabel, escuchar música o mirar el techo. Es un canal privado, sin participación del Estado. Se trata sólo de números. ¡Clink! l


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