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domingo,
03 de
junio de
2007 |
En foco. La crisis energética
El frío se anticipó y la crisis energética levantó temperatura. En una semana atípica para el país a nivel climático, los servicios y la industria empezaron a sentir con más virulencia los efectos directos de muchos años de desinversión en la generación y distribución de gas y electricidad.
Apenas el termómetro bajó más de lo esperado comenzaron los cortes de suministro de gas a las industrias con contratos interrumpibles y aquellas con acuerdos firmes debieron racionalizar el insumo para evitar colapsos productivos.
El tema, que hace un par de años sólo viene preocupando al sector industrial, afectaron esta semana también el funcionamiento de los servicios públicos, como los taxis, que enfrentaron una reducción en el abastecimiento de GNC. “El gobierno quiere calmar el incendio pero no se puede ocultar la realidad”, dijeron los estacioneros.
Cuando la crisis energética se instaló en el país y el tren del crecimiento la puso en la agenda urgente, el gobierno fijó una clara política al respecto: la prioridad es el consumo domiciliario, y tras eso se alinearon las compañías generadoras y distribuidoras de gas y electricidad.
Sin embargo, lo que a todas luces parecía una consigna tranquilizadora para los consumidores domiciliarios empezó a mostrar fisuras esta semana con servicios colapsados y cortes de energía reiterados. La situación obligó al ministro Julio De Vido a romper el largo silencio y aseguró que el sistema respondió bien ante una situación que calificó de excepcional. El mensaje no dejó tranquilo a nadie, porque todos los sectores saben que la solución de fondo al tema pasa por acelerar las obras de infraestructura que el país necesita para sostener el nivel de actividad. Y lo actuado hasta ahora, con el caso Skanka de por medio, genera más incertidumbres que certezas.
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