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domingo,
20 de
mayo de
2007 |
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910
Guillermo Zinni / La Capital
¿Dónde están los inmigrantes? Durante el transcurso del año llegaron al país 250.000 inmigrantes, cifra extraordinaria que excede con mucho las necesidades requeridas por nuestra producción agrícola. Pero, a pesar de que esto que debería suponer una superabundancia de brazos, en muchas colonias ocurre lo contrario: éstos escasean al punto de que los agricultores no saben cómo hacer para levantar en tiempo sus cosechas. Es necesario entonces preguntar: ¿dónde están esos millares de inmigrantes? ¿Se han quedado en las ciudades? Tratándose en su mayoría de familias agricultoras, habituadas al trabajo, las que componen la enorme inmigración que nos ha llegado, no se explica que por su propia voluntad permanezcan en los centros urbanos, donde la falta de ocupación y de recursos hace precaria y violenta su forma de vivir. Lo que ocurre debe atribuirse a la inoperancia de los poderes públicos, los que no aconsejan ni guían a esa gente laboriosa que, lejos de su patria, desconocen el lugar donde puede ser empleada.
El lenguaje de los ojos y el amor. Tener los ojos en movimiento significa: “Creo que entre los dos hay un abismo que no podemos salvar”. Moverlos de izquierda a derecha: “Puede estar oyendo mi mamá”. Moverlos en sentido contrario: “Sólo la muerte es capaz de cortar nuestros amores”. Parpadear: “Ya te he dicho que sí; algún día cumpliré mi promesa”. Bajar los ojos: “Sé prudente y a nadie digas que te quiero”. Subir los ojos como viendo al cielo: “El amor de nosotros viene del Paraíso”. Restregarse los ojos: “Todo se perdió por tus calavereadas”. Cerrar un ojo: “Hay un chismoso que puede descubrirnos”. Pasearse los dedos por las cejas: “Hablaremos hoy a la hora indicada”. Moverlos en distintas direcciones: “No estoy contento contigo”. Cerrar los ojos: “Se acabaron nuestras relaciones”.
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