Entrevista al titular de Los Grobo

“El auge del biocombustible generará alimentos baratos”

El empresario rural Gustavo Grobocopatell destaca los beneficios de la siembra directa

Jorgelina Hiba

El rey sin tierras conquista cada vez más territorios. Gustavo Grobocopatel, el mayor productor de soja de Argentina, encabeza desde su cuartel de Carlos Casares la revolución tecnológica que le cambió la cara al campo nacional.

El empresario, que acepta gustoso el rótulo de “embajador de la soja”, asume sin contradicciones a la vista el hecho de ser la cara visible del acuerdo que los gobiernos de Buenos Aires y Caracas firmaron hace poco tiempo atrás para venderle a ese país el modelo de siembra directa. Y aunque a primera vista Hugo Chávez aparezca en las antípodas ideológicas del jefe del grupo los Grobo, para el ingeniero los negocios van bastante más allá de las retóricas verbales de bolivarianos o neoliberales.

Grobocopatel, que defiende la siembra directa con pasión evangélica, sueña con exportar el modelo a Europa del Este y Africa, apuesta a que Rosario haga punta en biotecnología y afirma que, contra lo que se pregona, el auge de biocombustibles generará alimentos más baratos.

A mitad de camino entre la provocación y la ironía, a Grobocopatel le gusta definirse como un “sin tierra”. Es que su modelo de producción, basado en una afinadísima gestión de recursos y de conocimientos, trabaja sobre todo con campos arrendados.

Definido por muchos como un ministro sin cartera por el nivel de sus contactos políticos y empresariales, el ingeniero no duda en reconocerse como un auténtico embajador de la soja. “Todos los argentinos deberíamos sentirnos así, ya que la imagen de país que damos afuera debe ser una responsabilidad de todos”. El empresario aseguró que el modelo de la siembra directa “revolucionó la historia de la agricultura mundial” y que, si bien provocó una reducción importante en el número de productores del país, sus efectos positivos sobre la economía nacional “generaron muchísimo más trabajo”.

“Hay menos productores que antes pero hay más gente trabajando con camiones, más comercios que venden más mercadería, más contratistas rurales, y más talleres”, dijo.

Hace dos meses, los gobiernos de Argentina y de Venezuela firmaron un acuerdo según el cuál Argentina se compromete a suministrarle al país caribeño la tecnología y el conocimiento necesarios para implantar allí también un modelo de producción agropecuaria basado en la siembra directa. “Con la exportación del modelo de siembra directa a Venezuela se abre una gran posibilidad para el sector agropecuario nacional, ya que ahora no sólo vendemos productos, sino que también exportamos conocimiento”, explicó el empresario, quien fue el elegido por Néstor Kirchner para coordinar una plataforma de asesoramiento compuesta por unos 20 consultores y productores argentinos.

A pesar de las buenas perspectivas, Grobocopatel condicionó el éxito del traspaso tecnológico a la necesidad de “un cambio cultural” en Venezuela. “Para que todo esto sirva va a hacer falta además un cambio cultural. Venezuela viene y tiene una fuerte cultura petrolera donde todo viene dado por naturaleza, y eso lleva a pensar que no hace falta esforzarse, que todo puede comprarse con petróleo”,dijo.

Con respecto al presidente Hugo Chávez, Grobocopatel esquivó la polémica al afirmar que desde su grupo “no se meten en temas internos”. “Eso sí, hay un dato objetivo y es que el principal socio comercial de Venezuela es Estados Unidos. Entonces, si Estados Unidos negocia con un supuesto enemigo, por qué no voy a poder hacerlo yo?”, se preguntó.



Hay modelo para rato

Para el empresario, los ataques que el modelo de siembra directa suele recibir por motivos económicos, sociales y ambientales no se sostienen objetivamente. “No me gusta hablar de boom de la soja, porque un boom es algo efímero que en algún momento explota, y por el contrario la situación actual del campo argentino es resultado de un proceso que empezó hace más de 20 años y que se sostiene sobre bases competitivas genuinas que no dependen ni del tipo de cambio ni de los gobiernos de turno”, aclaró y defendió ese sistema de producción también desde un punto de vista ecológico: “Es incorrecto decir que la siembra directa empeora la calidad del suelo, como se dijo después de las inundaciones en Santa Fe No sólo eso es falso, sino además que la siembra directa resuelve el problema del medio ambiente”, afirmó. Por parte, Grobocopatel estimó que lo que ocurre en Venezuela puede replicarse en otros países con características climáticas y geográficas parecidas a las de argentina. “Existen muchos otros lugares donde este modelo podría aplicarse con éxito, por ejemplo en algunos países de Europa del Este como Ucrania, Kazajstán, y Azerbaiján, y en otros africanos como Angola y Sudáfrica”, explicó.



Los biocombustibles

“El desarrollo de los biocombustibles ya es un gran tema mundial, y para Argentina esta nueva etapa energética puede significar una gran oportunidad histórica, ya que esta nueva demanda se traducirá en nuevos destinos para nuestra producción agropecuaria”, aseguró Grobocopatel y aprovechó la volteada para desestimar las hipótesis lanzada, en parte, por el propio Hugo Chávez que dice que destinar granos a la producción de combustible disminuirá la soberanía alimentaria de los países productores.

“No creo en el dilema alimentos o combustible. A diferencia de lo que se dice, el aumento en la demanda de los commodities para biocombustibles va a provocar una baja de precios. Hay que recordar que el 20% de la semilla de soja se usa para diesel, y el otro 80% para alimento. O sea que si aumentamos la producción de soja, habrá más proteínas para vender”, graficó.