En foco. El paro de los ganaderos

El conflicto por el precio de la carne que protagonizan el gobierno y el sector agropecuario se dilató más de lo esperado para los ganaderos y en medio de una instancia de diálogo entre las partes, decidieron cortarse solos y profundizar los reclamos por una política clara y duradera de ganados y carnes.

Aunque a priori pareció una medida que podía caerse con el transcurso de los días, el lock out protagonizado por la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) complicó el escenario en el mercado de Liniers, donde el ingreso de animales tocó mínimos que no se veían desde noviembre pasado.

La firmeza de los ganaderos aún no amenazó las góndolas, ya que todavía la provisión de carne no se vio afectada por el buen stock frigorífico, pero dejó en claro que para este sector “la sangre ya llegó al río” y las soluciones de coyuntura no podrán recomponer las acciones de los últimos años.

La medida vuelve a instalar la polémica sobre la política oficial para el campo y el interrogante sobre hasta dónde el control de la inflación justifica medidas que desequilibran la cadena productiva e incluso atentan contra aquello que buscan erradicar. En la medida que se siga amenazando la producción, se achica la oferta y sube el precio de los productos, justo lo que el gobierno pretende mantener a raya.

El ejemplo se repite con la leche, un sector que si logra recomponer algo de su capacidad productiva —que en 2006 llegó a los 10 mil millones de litros— volverá a presentar una sobreoferta que no podrá colocar en el mercado externo por el cierre de las exportaciones. Si eso ocurre el precio bajará, pero también muchos productores mutarán hacia la agricultura y la cadena volverá a desarmarse con los efectos sociales y económicos que eso represente.