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domingo,
06 de
mayo de
2007 |
La atención primaria acusa los efectos no deseados de la huelga
Al final ocurrió. Los paros sucesivos de los trabajadores de la salud autoconvocados comenzaron a dar muestra de los efectos no deseados de todo reclamo gremial. A los pacientes que acuden a los centros de salud ya se les hace evidente los vacíos que dejan las ausencias médicas y que llevan a reprogramar turnos y extender plazos de prácticas una y otra vez. Cuando las cosas no apremian el malestar queda amortiguado pero frente a una emergencia la situación se recorta claro sobre oscuro.
Fue el propio intendente Miguel Lifschitz quien no dejó pasar por alto la incidencia de los paros de los trabajadores de la salud autoconvocados en los centros de salud de barriadas populosas. Para el titular del Ejecutivo local el hecho de que sean justamente los sectores de menos recursos quienes se queden con la mitad de las prestaciones entra en contradicción con los objetivos de la atención primaria del municipio.
Para los profesionales de la salud pública que llevan meses reclamando un ajuste salarial además de mejoras laborales y de la puesta en marcha de la carrera sanitarista, el agua no llegará al río: las emergencias de alta complejidad no están afectadas. Otro indicador de la retracción en la atención médica producto de los paros es el aumento de consultas en las guardias de los hospitales.
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