La elección de autoridades en la UNR

Tensión universitaria: entre el humo y la bronca

La conflictiva semana de las facultades locales alerta sobre un posible “efecto UBA”

Matías Loja / La Capital

Consejeros directivos atrincherados en dependencias del Rectorado eligiendo al nuevo decano de la facultad. Afuera, el humo de los matafuegos intentaba despejar a los estudiantes y docentes opositores que pugnaban por ingresar a la sesión. En las facultades las diferencias políticas entre los distintos sectores de la comunidad universitaria, sobre la elección de su máxima autoridad para los próximos 4 años, generó un clima de tensión permanente.

Así, la postal que presentaron esta semana varias unidades académicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) presagian que el temido “efecto UBA” llegó para colarse en la política universitaria local. Pero este rebote, que parece reeditarse en ciertos sectores de los claustros estudiantiles, también promete hacerse ver en los demás ámbitos, donde los acuerdos y rupturas partidarias también son moneda de cambio.

La universidad argentina tiene grandes deudas con la sociedad. Pero cuando los debates se confunden en los espacios de diálogo y confrontación política previstos por la universidad, el reclamo se torna en un sendero agreste de difícil recorrido.

El “efecto UBA” del 2006, con estudiantes imposibilitando durante meses que sesione la Asamblea Universitaria —órgano máximo de discusión democrática— pidiendo justamente más democracia, es un ejemplo cabal de esta realidad.

Docentes, estudiantes y graduados, junto con los no docentes, son las patas en las que se cimenta hoy el cogobierno universitario. Voz y voto para quienes integran cada uno de los claustros de la educación superior.

Espacios que merecen repensarse como órganos de debate profundo de la universidad más que de mera gestión administrativa, tal cual la crítica más recurrente que se le impugna a este ámbito en pos de su resignificación.

Engorroso, y en parte previsible, se torna el pedido de democracia en las instituciones de educación superior cuando se funde con la bronca en reclamo de nuevos canales de discusión, donde la violencia no parece ser el mejor camino para que la universidad no esté de espaldas a los debates y necesidades de la sociedad. Un error político que propone el ejercicio de la democracia desde lo impopular.

El informe realizado hacia fines del año pasado por la Sindicatura General de la Nación (Sigen), alerta sobre las principales deficiencias que afectan a las casas de altos estudios del país, donde los intereses económicos y corporativos son parte de la vida cotidiana de la academia.

Pero justos reclamos, o al menos discutibles, como la representación estudiantil, el destino de los fondos, la ausencia de debates profundos, la necesidad de estrategias concretas para retener al estudiantado y subrayar con políticas activas la función social de la universidad pública, quedan en un segundo plano cuando la acción política gana los medios desde el humo y la bronca universitaria.

La universidad, hoy más que nunca, precisa volver a ser un ámbito de debate plural, y recuperar las utopías movilizadoras de una transformación real. Pero la estrategia de tensar la cuerda de la discusión desde ciertas prácticas a veces no hace más que volver la espalda de la universidad a la comunidad.

El camino no parece allanado así para la Asamblea Universitaria que el próximo 17 de mayo elegirá rector de la UNR hasta 2011. Máxime cuando la última reunión de este tipo de la comunidad académica, realizada en octubre de 2004, terminara con serios incidentes en el auditorio de la Facultad de Ingeniería, que como era de prever, relegaron debates necesarios del llamado nivel superior de la enseñanza.

M. L.

La puja entre distintos sectores de la UNR fue la postal en la elección de decanos de las facultades.