|
domingo,
22 de
abril de
2007 |
Dibujos de colores que ser imprimen sobre la piel
El tatuaje llegó para quedarse. Como son cada vez más los jóvenes que recurren a esta práctica, los médicos y tatuadores plantean algunas recomendaciones a tener en cuenta para minimizar los riesgos y también para aquellos que, arrepentidos, quieran borrar las marcas que alguna vez decidieron hacerse.
Pedro, al que todos en el ambiente del tatuaje lo llaman “Peter”, contesta pacientemente las preguntas de una madre que vino a consultarle los riesgos del último deseo de su hijo: dejar grabado sobre su brazo izquierdo el logo de su grupo de rock favorito. Preocupada, la madre probó disuadirlo utilizando distintos métodos, esgrimió razones, prohibiciones, intentos de canjearlo por otros gustos, pero el chico no se dejó convencer. Así que esa mañana se acercó para ver qué era eso del tatuaje y si había algún riesgo para la salud. Con resignación, la madre afirmó: “La única solución es la información”.
“No es conveniente oponerse frontalmente a los deseos de los adolescentes sobre el tatuaje”, dice el médico dermatólogo Alberto Lavieri, “aunque eso no significa que no haya que tener cuidado y reconocer que no es bueno para la piel”.
Todo tatuaje, en definitiva, es una agresión. “Lo importante”, dice ahora Pedro, tatuador desde hace quince años, es tener en cuenta dos cosas: la información, y que se haga bien.
El tatuaje es una aplicación intradérmica de pigmentos de origen vegetal o mineral. Sus orígenes se remontan a tiempos ancestrales. Durante mucho tiempo estuvo asociado a grupos humanos en condiciones de marginalidad: los presidiarios o los marineros, por ejemplo. “Estos tatuajes de aficionado son lo primero que hay que evitar”, dice Pedro, ya que “las condiciones de seguridad y el daño a la piel pueden traer consecuencias irreversibles”, según afirma antes de explicar las medidas básicas de higiene y prevención que deben tomarse.
Información adecuada
La primera condición de seguridad es la que debe tomar el tatuador: “material descartable y condiciones de higiene”, dice Lavieri. “Los guantes y las agujas descartables son el ABC del tatuador,confirma Meter, y además la capacidad del tatuador.”
Entre ambos ilustran un menú de consejos que conviene tener en cuenta:
Los guantes, las agujas y las tintas deben ser estériles y descartables. Eso previene enfermedades contagiosas como el HIV y la hepatitis C. La caja debe ser abierta en presencia del tatuado.
Es preferible usar tintas vegetales y no minerales por la composición de metales de estas últimas. Existe quien recicla las tintas no utilizadas, pero lo que corresponde es tirarlas.
Si hay equipos que no pueden ser descartables debe esterilizarse en autoclave (un aparato de calor). No alcanza el lavado con alcohol.
Los días previos al tatuaje conviene aumentar en la dieta la proporción de frutas y verduras, además de tomar mucha agua para hidratar la piel.
Siempre se debe lavar la zona con jabón antiséptico para prevenir infecciones.
Una vez realizado el trabajo debe vendarse la zona hasta que desaparezca la hinchazón, limpiar con jabón neutro y agua tibia, y no exponerse al sol.
No todo es color de rosa en el tatuaje. “Es importante decir que ni bien realizado no se muestra tal cual como va a quedar, hay que esperar que se desinflame y ese es uno de los momentos más importantes”, dice Lavieri. Para el médico conviene estar atento a las reacciones alérgicas, leves y moderadas. Hay que tener en cuenta que una infección mal curada puede producir complicaciones, y en casos extremos gangrena. Otra consecuencia en relación a la calidad del trabajo, aunque menor, es la aparición de desordenes cutáneos, cicatrices queloides abultadas en la piel.
¿Qué pasa con el dolor en el momento del tatuaje, y pos-tatuaje? “Algunas zonas son más sensibles que otras. Las más dolorosas son el abdomen, los genitales, la cara —dice Meter—, aunque es un dolor que se puede soportar”.
Otro tema es sobre la durabilidad del trabajo y los futuros arrepentimientos, porque se lleva toda la vida. Aunque es una verdad a medias, porque en la actualidad existen métodos para sacarse un tatuaje. Aburrido de él o pasado de moda el grupo que adorna el omoplato del adolescente, o terminado el amor que dio paso a ese nombre grabado a fuego, hay variantes para quitárselo.
Si es pequeño y lineal, como un nombre por ejemplo, puede hacerse una escisión y luego una pequeña sutura. “Es el sistema más antiguo, el tatuaje queda reemplazado por una pequeña cicatriz lineal”, dice Pedro, pero no hay que descartar varios tratamientos.
La situación se vuelve más compleja si es más grande. Se puede en este caso hacer una resección y luego poner un injerto de piel. Hay que tener en cuenta que un parche tiene los riesgos de una intervención quirúrgica.
Pero el sistema más conveniente, aunque no deja de tener algunos riesgos, es eliminarlos con láser. “El láser penetra en la piel y destruye las partículas de color, la tinta se fragmenta y se va disolviendo”, explica Pedro. Si se trabaja con colores, explica que algunos son más sencillos de borrar, como el negro o el azul; otros, más complejos, como el rojo y el verde.
“Si por ejemplo el tatuaje es un corazón rojo con el nombre de alguien, en un sector del cuerpo como la pantorrilla o el muslo, retirarlo puede implicar varias sesiones sin ver directamente los resultados”, agrega. El debate continúa. Pero los médicos y expertos se ponen de acuerdo en dos cosas: la responsabilidad y la información. El resto queda para el que lo lleva como los amores bajo la piel. Es deseable que no sean como algunos amores de verano, efímeros, porque sus consecuencias sobre la piel se parecen a veces a las que algunos dejan sobre el alma: son irreversibles.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
|