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domingo,
22 de
abril de
2007 |
Voyeurismo: ¿necesidad de mirar?
Desde el comienzo de la humanidad, la mirada ha sido un medio fundamental para la comunicación; se trata del sentido más eficaz para el encuentro con la realidad. Pero si en vez de utilizarse como un medio, se convierte en un objetivo, se puede transformar en una patología importante como es el caso del voyeur.
Ejemplos en el arte
La palabra voyeur deriva del francés del verbo voir, ver, y se refiere a la persona que disfruta contemplando actitudes íntimas o eróticas de otras. Roman Gubern, Barcelona, 1934, catedrático de comunicación audiovisual en la Universidad de Barcelona dice: “Si el voyeurismo es una práctica ya condenada en el Génesis, en el pasaje que Noé maldice la estirpe de su hijo Cam por ver sus genitales mientras dormía, se ha potenciado en la era mediática con la información que reproduce cuerpos desnudos y actividades sexuales”.
En la pintura, literatura o cinematografía se encuentran ejemplos del voyeurismo que sitúa artísticamente a personajes observando a través del ojo de una cerradura, telescopio o simplemente, sentado en una silla. Salvador Dalí narra en sus memorias sus afanes de “mirón”; Picasso, en sus últimas obras, pinta mujeres semidesnudas y en un costado, el artista, contemplándolas en forma pasiva.
Alfred Hitchcock con “La ventana indiscreta”, es el más famoso exponente; e incluso Pasolini llevó al cine tres obras de geniales mirones como Bocaccio, Chaucer y el marqués de Sade, en los filmes “Decamerón”, “Los cuentos de Cantenbury” y “Los 120 días de Sodoma”. También, más recientemente, la trascendental película The Truman´s Show, Peter Weir,1998, muestra a un hombre que crece dentro de una ciudad artificial llamada Seaheaven, cielo de mar, como la única persona del pueblo que no sabe que vive dentro de una realidad construida para el entretenimiento de aquellos que miran todos los actos de su vida, aun los privados.
Se podría seguir enumerando manifestaciones artísticas ligadas al voyeurismo, pero lo más sorprendente es que la necesidad de mirar o espiar se ha acrecentado en forma indiscriminada.
Reality shows
La proliferación de reality shows, a los que cualquiera puede acceder pulsando el control del televisor, sumado a la cantidad de sitios en Internet y digitales de contextos intimistas, nos ha ido convirtiendo a todos en espectadores pasivos buscando hurgar en la privacidad de los otros.
Frente a una pantalla, el sujeto sacia su deseo de mirar, implícito en la naturaleza humana, consumiendo hasta el cansancio imágenes no sólo de contexto sexual sino de accidentes, suicidios televisados, sesiones de torturas, catástrofes, accidentes o de las más terribles situaciones bélicas.
Cierto morbo colectivo aparece en el que observa y “consume” como si fuera una adicción la vida de los demás. Hitchcock solía decir: “Sí, el hombre es un mirón, pero ¿ acaso no somos todos mirones?” Se trata de una pregunta que invita a reflexionar.
Estela Parodi
Escritora
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