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 domingo, 22 de abril de 2007  
Rutas trágicas. Fallan los controles que por obligación están a cargo de la concesionaria y el Estado
Peligro en la autopista a Buenos Aires por fallas estructurales
Advierten sobre cruces y accesos irregulares, falta de retomes y banquinas sembradas

Jorge Kaplan / La Capital

La cifra de muertos en accidentes de tránsito en la autopista Rosario-Buenos Aires (47 según cifras oficiales, de noviembre de 2005 a octubre de 2006, y considerando sólo el tramo concesionado entre General Lagos y Campana) demuestra claramente la necesidad de que las autoridades busquen una solución para esta ruta vital de la región.

  La mayoría de los accidentes ocurren por errores o imprudencia de alguno de los conductores involucrados, pero esto es facilitado por severas falencias estructurales de la autopista, responsabilidad de la concesionaria Vial 3 y del Organo de Control de Concesiones Viales (Occovi).

  En esa lista se apuntan la permisividad respecto de la apertura de accesos clandestinos y cruces irregulares por el cantero central que benefician en muchos casos a comercios asentados en la ruta. Además, la cantidad de retomes con puentes resulta notoriamente inferior a lo que recomiendan los estándares actuales, y la cinta asfáltica presenta serias deficiencias, pese a los trabajos de mantenimiento que se están realizando en algunos sectores.

  Según datos del Occovi, entre noviembre de 2005 y octubre de 2006 ocurrieron 781 accidentes, con 47 personas muertas. Estos datos corresponden solamente a los 205,4 kilómetros concesionados a Vial 3, entre General Lagos y Campana. El reporte del organismo también da cuenta de un tránsito medio diario de 19.760 vehículos, lo cual da una idea de la importancia de la ruta, y del monto involucrado por la recaudación de peaje.

  Un relevamiento efectuado por Cesvi Argentina (Centro de Experimentación y Seguridad Vial) durante los últimos cuatro años (ver aparte) establece las zonas donde ocurren más accidentes graves, y en general tienen dos causas básicas, imprudencia y deficiencias estructurales que frecuentemente facilitan actos riesgosos.

  En diálogo con La Capital, el ingeniero Jorge Tosticarelli, delegado en Rosario de la Asociación Argentina de Carreteras e integrante de la cátedra Vías de Comunicación-Pavimentos de la Universidad Nacional de Rosario, planteó los principales problemas de la autopista.


Cruces peligrosos
“Está plagada de cruces de lado a lado, muchos pavimentados con estabilizado que conducen a estaciones de servicio, bares, motel, campos; hay un cruce en la zona del club Renato Cesarini que está marcado en el pasto, con estabilizado de escoria, circulan a contramano por la banquina”, enumera rápidamente.

“Es imposible que el responsable no haga nada”, se queja, y propone como una primera solución “profundizar la zanja” central para evitar los cruces irregulares. Pero, revela que quienes aprovechan esos cruces, a poco de cavada la zanja la rellenan con tierra, algo que ya ha ocurrido “no menos de diez veces”.

También señala que “si se pretende construir un cruce por derecha los requisitos que se ponen son tan grandes que muchos terminan por no hacerlo”. Pone el ejemplo de un hipermercado al norte de Campana que “compró un terreno, construyó un súper y pensó que podía hacer una bajada a la autopista, pero como la reglamentación dice que no se puede hacer a cierta distancia de un intercambiador, esta empresa lo hizo clandestino. ¡Total, (los responsables) no dicen nada!”.

Otro problema marcado por Tosticarelli son los sembradíos de soja en las banquinas. “En San Nicolás, por ejemplo, si yo pretendiese que un automovilista vaya a un intercambiador y circule por la colectora, no puede hacerlo por que está sembrada de soja”, enfatiza.

Lo cierto es que en la autopista a Buenos Aires “no son suficientes los retomes, hay que completarla, y tiene colectoras sólo cuando uno se acerca a Buenos Aires”, indica.

El especialista apunta que “no hay colectoras porque no se requería en sus inicios; hay puentes pero no están los accesos, y la necesidad para que funcione como autopista es que tenga colectoras en toda su extensión”.

Por definición, una autopista no puede tener cruces a nivel, y Vialidad Nacional fijó para las nuevas obras —como la Rosario-Córdoba, de la cual el estudio Tosticarelli es proyectista— un puente de retorno cada cinco kilómetros.


Riesgos
Esta falencia en la ruta a Capital Federal hace que los conductores recurran a atajos peligrosos. “Ahora que la autopista está privatizada, el control también falla; quien la cuida dice que no tiene medios porque pierde plata”, señala con una mezcla de ironía y resignación.

De todas formas, los 19.760 vehículos que por día circularon por la autopista en 2006 reportados por el Occovi —aunque es notoria una mayor circulación en la actualidad— da una cifra de 7.212.400 rodados al año, que se transforman en un suculento monto al multiplicar los valores de peaje. Pero además, existe la necesidad de que el Estado nacional proyecte qué sistema vial y de transporte es necesario y más conveniente para el país. Algo que por ahora no se ve y, mientras tanto, más vidas se pierden.
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Un camión con acoplado cruza desde el carril contrario hacia la mano de la autopista que viene a Rosario. Al conductor del automóvil también le pareció una buena idea correr semejante riesgo.

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