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domingo,
22 de
abril de
2007 |
En foco. El gobierno pone tope a la paritaria
El presidente Néstor Kirchner perdió la paciencia y salió a marcar la cancha de las negociaciones salariales. En alianza con una parte de la Confederación General del Trabajo (CGT) fijó una franja de aumento del 16,5%, para frenar los reclamos de los gremios que pedían recomposiciones del 20% o más.
La falta de índices de inflación confiables y la última gran escalada de precios obligaron al gobierno a revisar la estrategia inicial frente a las paritarias, que incluían un escenario en el cual Hugo Moyano permecería en un segundo plano mientras otros gremos “testigos”, como la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), tomaban su lugar, negociando en torno a la pauta oficiosa de 2006.
A diferencia del año pasado, cuando los acuerdos de precios lograron a esta altura del año frenar las expectativas inflacionarias y de aumento salarial, esta nueva ronda se desarrolló sin referencias y en un contexto de mayor dureza en la puja distributiva, puesto que el excedente de rentabilidad de la posdevaluación se diluye y los empresarios se vuelven más refractarios a resignar ganancias.
Para la estrategia oficial, las paritarias están llamadas a reemplazar al manoseado IPC para fijar los objetivos de inflación y contención de la puja distributiva. Aunque en la mayoría de los casos los porcentajes de aumento acordados no son los reales, tienen más legitimidad que la canasta básica.
Lo novedoso es que Kirchner se vio obligado a jugar más fuerte que el año pasado para conseguir lo mismo: convencer a los gremios de firmar una pauta temeraria en términos de una relación entre salario real y precios. El año pasado le alcanzó con el cierre de camioneros para marcar la cancha al resto, ahora se tiene que sacar la foto con media CGT para lograr domesticar la discusión de aumentos salariales.
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