Un espacio para los locos por secretos de la ciencia

En los cafés científicos la gente puede preguntar sin importar edad o profesión

En medio del ajetreo de la ciudad hacen un paréntesis que a los demás se les ocurre insólito. Se sientan a pensar, a sorprenderse, a compartir el placer de ir más allá de la obviedad de las apariencias. Quieren conocer cómo se conoce y recorrer sus propios caminos para acercarse a la ciencia. Se reúnen en ambientes cálidos, con mesa y café de por medio y ningún tema les es ajeno. Robótica, calentamiento global, geología, crisis de las aguas, clonación o biodiesel son sólo algunos ejemplos de las cuestiones que abordan.

Los cafés científicos son una forma alternativa de divulgación del conocimiento y en los últimos tiempos van sumando integrantes. En Rosario hay varios, uno de ellos es el que comenzó en la Plaza Cívica, San Lorenzo 1849. En el lugar e impulsado por la Subsecretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia, María Alejandra Lapalma abrió la agenda mensual del 2007 de los encuentros con un título de fuste: democratizar el conocimiento.

"Se trata de un proceso de reapropiación social de la ciencia", definió Lapalma, investigadora de la UNR. Con estas herramientas en la mano nadie puede quedar al margen cuando el Estado priorice políticas de investigación, asigne fondos a exploraciones tecnológicas o discuta los grandes ejes productivos sobre los que se va levantando el país.


Más cerca
Participar de un café científico es una manera de aproximarse al conocimiento desde lo cotidiano y pueden hacerlo todas las personas sin importar aptitudes oficios ni edades Para Lapalma se trata de una alfabetización científica y tecnológica según conceptualizó Gerard Fourer y en consonancia con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura Unesco

Siguiendo al filósofo Edgar Morín, en los cafés científicos la búsqueda intensa y plena es la de acercarse al acto mismo de conocer. Claro que indagar en las leyes internas de cómo ocurren las cosas en los laboratorios o en la naturaleza no convierte a sus asistentes en los nuevos Galileos. Pero recorrer el camino al que los lleve su curiosidad es en sí mismo una herramienta poderosa para abrir las cabezas.

"Democratizar el conocimiento no significa que todo el mundo va a utilizar las últimas y sofisticadas teorías científicas", dijo Lapalma. Y aseguró que el objetivo es más cotidiano y modesto: garantizar que todos sepan de qué se habla cuando se deciden políticas públicas sobre ciencia y tecnología o que se conozca lo básico acerca de temas que llaman la atención por su actualidad. Medios, ferias y divulgación científica, todo suma para lograr estos objetivos. lS.C.