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sábado,
07 de
abril de
2007 |
Viajeros del tiempo
Rosario 1905/1910
Guillermo Zinni / La Capital
El coronel O’Donnel, un iluminado en el país de los ciegos. Mientras los diarios de Buenos Aires dicen que el indio es desconfiado y que no se somete sin dar trabajo al ejército, el jefe de la expedición al territorio del Chaco, coronel O’Donnel, sostiene que para resolver la añeja cuestión del problema del indio hay que establecer con ellos colonias. Esta afirmación confirma lo que tantas veces sostuvo este diario, combatiendo la opinión de otros colegas para los cuales la civilización del indio era imposible y proponiendo como único recurso su total exterminio. El jefe citado considera que con un mínimo desembolso de cien mil pesos se podrían adquirir animales y útiles de labranza para proveer al indígena, pero el ministerio de Economía le contestó que carecía de fondos para destinar a tal objeto. Esta excusa es en extremo pueril, pues el público sabe que todos los días se aplican sumas superiores para proyectos que no tienen tanta importancia como la conquista a la civilización de millones de brazos que, teniéndolos perdidos en la esterilidad dentro de nuestra propia casa, los vamos a buscar en la ajena. El indio es tan buen trabajador y hasta superior al extranjero por su constancia y sobriedad, de modo que bien vale asociarlo a la vida activa nacional. El algodón, el arroz, la caña y el tabaco son unas de las tantas fuentes de producción que enriquecerían al país por medio de la colonia indígena. El proyecto del coronel O’Donnel coincide con todos los intereses del país y sólo reclama una mezquina participación del gobierno.
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