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 domingo, 18 de marzo de 2007  
El viaje del lector
Buzios, un paraíso de sol y mar

Aprovechando la ventaja de poder volar hasta Río de Janeiro desde Rosario, decidimos tomarnos una semana de descanso y un respiro antes del ajetreo que se avecina por los meses finales del año y conocer Buzios. Es más que una ciudad, una original villa de pescadores, que se fue extendiendo por sobre los morros distribuidos sobre toda la superficie de una península de ocho kilómetros que se interna en el mar.

Dista alrededor de l70 km al norte de Río de Janeiro. En la actualidad cuenta con más de 20.000 habitantes, pero la base de su economía y existencia e el turismo. Hoy día hay en Buzios más de seiscientas posadas, que le dan su encanto particular, su color local, ya que, una ordenanza municipal de construcción no permite que se hagan con más de un piso superior y todas con techo de tejas rojas.

Tan sólo cuatro décadas atrás esta situación era muy diferente para el lugar, ya que hasta que la estrella de cine Briggitte Bardot llegó al lugar y construyó allí una casa para veraneo, era esta área sólo una humilde villa de pescadores, pero con todo el encanto, belleza y naturaleza exuberante que ostenta por suerte en el presente. A partir de ese acontecimiento surgió un emprendimiento turístico que sigue creciendo en el presente y se proyecta auspiciosamente para el futuro.

Las playas son un total de veintidós, formándose caprichosamente en el contorno de la península en forma generalmente de herradura o profundas bahías. No hay una igual a la otra. Cada una de ellas manifiesta una singularidad y hace que también los turistas seguramente guardemos un recuerdo individual de lo disfrutado en cada una de ellas.

Las que dan abiertas al océano, que es una forma de decir porque en realidad todas están cuasi encerradas o con islotes como centinelas nos regalaron olas magníficas que nos deleitaron sin darnos sustos ni fuertes revolcones sobre la arena.

Praia do Geribá elegida por los surfistas, Ferradurinha casi una playita íntima y como para una finca particular, la belleza redonda de Ferradura, con su agua bastante fresca y el verde oscuro profundo de sus aguas. Joao Fernández y Joao Fernandinho, playas top, centro del turismo de moda, de los veleros, de los yates, rodeada de morros elevados, donde la vista desde sus posadas es insuperable. Estas conforman el extremo de la península.

Ya del lado que en cierto modo mira al continente es encantador recorrer caminando a la orilla del mar praias de Asedinha , Azeda, dos Ossos, do Armancao y por supuesto darse una zambullida en cada una y un rato para disfrutar de tanta armonía natural, de su mansedumbre.

Entonces es cuando se llega hacia un sendero denominado Orla Bardot, a orillas de la calle costanera, que rodea todo el puerto y las playas del centro. Es un deleite detenerse en las loyas (tiendas) descubriendo artesanías, tejidos, mallas, chocolates y tantos bares y restaurantes donde uno no puede resistirse a la obligada caipirinha.

Por supuesto está la estatua en bronce de Briggitte, sentada sobre una valija mirando el mar y también es obligada la emblemática foto a su lado. Imborrable es el recuerdo de atravesar un sendero natural en pleno morro para llegar hasta Praia Tartaruga, dos bahías amplias hermanadas, donde el mar regala las mejores caricias tibias que uno pueda imaginar.

Mucho para disfrutar y dejarse tentar por la aventura: alquilar un boggie e itinerar por toda la zona; embarcarse y recorrer playas vírgenes en islas cercanas y muy especialmente si uno se embarca en Arrabal do Cabo, un paseo donde la embarcación permite conocer playas vírgenes, hacer snorketing y sorprenderse con la maravilla del mundo marino merced a la diafanidad de sus aguas, admirarse de las grutas y cavernas que ostentan las paredes acantiladas de algunas islas; y por supuesto, caminar y caminar?.simplemente gozando de cada vista, de cada experiencia.

De noche, la Rua das Pedras y las demás calles aledañas del centro son el paseo obligado para dejarse tentar por las compras en la feria artesanal, por los mariscos de los refinados restaurantes, o por la infinidad de posibilidades de crepes en Chez Michou.

De regreso al trabajo y a la vida cotidiana, nos queda el recuerdo de la amabilidad de su gente.



Liliana Morre


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Las playas de Buzios son 22 y se forman caprichosamente en el contorno de la península.


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