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 domingo, 18 de marzo de 2007  
Candidatos, roscas y nominados

Mauricio Maronna / La Capital

El interminable y fatigoso calendario electoral santafesino ingresó en una de las fases más insufribles: la eterna pelea por los cargos. Y en esta cruzada no hay matices ni excepciones. La lucha soterrada por conquistar la presea consiste en ocupar lugares expectantes en las listas sábana de cada frente. En un idioma ajeno a la apatía general, centenares de políticos se encerrarán de ahora en más como en el soporífero Gran Hermano, pero con una diferencia.

La audiencia (los electores) seguirá mirando otro canal. En el Frente Progresista, su líder, Hermes Binner, deberá hacer un esfuerzo titánico para acallar las internas que se suceden en los partidos integrantes de la coalición. Al tiempo en que mira de reojo las mutaciones en la UCR con sello y escudo, dispuesta a hacerle un brebaje electoral para confundirlo y restarle votos, deberá dejar satisfechos a los correligionarios que se anotan en su escudería, recomponer el desmadre que amanece en el ARI y hasta las subterráneas internitas de ocasión del PDP, un partido que allá lejos y hace tiempo dejó de ser un partido de masas.

El secreto del socialismo de cara a las paradas electorales es evitar las internas, abrochar la mayor cantidad de presidentes comunales e intendentes radicales y conseguir, cuando amanezca julio, que centenares de miles de santafesinos vayan a poner su boleta en el cuarto oscuro. Ese día la primera lectura que sobresaldrá será el poder de adhesión de justicialistas y socialistas. Algo así como el primer borrador de la historia.

El hecho de que el peronismo se encamine hacia una interna que, por los antecedentes, no está alejada de zancadillas ni aparatos de toda laya, pone al Frente Progresista en la obligación de movilizar a sus adherentes hacia el cuarto oscuro aun con candidato único.

Binner parece viajar con viento de cola hacia la Gobernación: los encuestadores (casi todos a sueldo), la oposición nacional y (lo que es más peligroso para el justicialismo) la Casa Rosada dan a Santa Fe como "la provincia perdida". Quienes se aferren a esa tendencia como a un dogma podrán tener sorpresas el 2 de septiembre.

Como le dijo a La Capital un incansable operador de Balcarce 50: "Santa Fe es el lugar donde todas las encuestas dicen que gana la oposición pero termina subiéndose al podio Carlos Reutemann". El apotegma se transformó hasta el 2003 en realidad, pero esta vez el Lole parece decidido a no involucrarse más de la cuenta. La semana pasada afirmó a este diario que en caso de haber internas será "prescindente, neutral", ante un sistema electoral que no le gusta demasiado, aunque para él el problema de fondo es otro. "¿Quién manda en el justicialismo santafesino? ¿Obeid, Mazzón, alguien lo sabe?", se le escucha en la intimidad. La idea que serpenteaba en la Casa Gris era provocar un golpe de efecto casi sobre la hora del cierre de listas, anunciando que Obeid sería candidato a diputado provincial y la vicegobernadora María Eugenia Bielsa primera postulante a concejal.

Pero alguien tuvo incontinencia verbal, la noticia se filtró en los medios y el titular de la Casa Gris desensilló. ¿Hasta que aclare?

Más allá o más acá de optimismos, depresiones o proyecciones temerarias, en el horizonte justicialista las chances crecerán si el gran elector (Reutemann), el gobernador y, principalmente, el presidente Néstor Kirchner se alinean y dejan de lado odios y vanidades. La salida de la cancha oficialista de la senadora Roxana Latorre es una piedra más en el zapato peronista, o una "piedrita" como minimizan en casi todo el espectro oficialista. Se sabrá. Por lo pronto en el congreso del PJ le dijeron: "Roxana estás nominada".

Latorre le comunicó a Reutemann durante un almuerzo en el Congreso de la Nación que iría por afuera de la estructura del Frente para la Victoria. Ante las dudas que persisten sobre un eventual guiño del Lole a la movida, el senador jugó la gran Bilardo, quien siempre llevaba un tercer personaje a los encuentros trascendentales.

En este caso, quien, azorado, escuchó la decisión de la bravía legisladora fue el legislador provincial Ricardo Spinozzi. "La Roxana está como poseída", describe Reutemann.

Mientras recorre las bucólicas localidades del sur provincial, grandes receptoras de los beneficios del precio de la soja y la cotización del dólar, Bielsa no encuentra razones para que haya un cambio de signo político en la provincia. El respingo que pegó la gestión Obeid a partir del segundo año de gestión no se traduce en las encuestas, repiten como un mantra los involucrados en la marquesina. Una cuestión de aura.

A esta altura de los acontecimientos, los políticos santafesinos, como todos, deberían desconfiar de esos hombrecitos y mujeres que trasiegan números y porcentajes sin el mínimo rigor científico, y que han transitado recurrentemente por el camino del error. O de la corrupción lisa y llana.

¿Por qué Kirchner no se involucra en el destino del peronismo santafesino?, consultó este diario a alguien que conoce hasta sus mínimos tics. "El tipo vive bajo una parva de sondeos que dicen que él gana con más del 50% de los votos las elecciones a presidente en Santa Fe, aun perdiendo el justicialismo por paliza los comicios a gobernador. Se da todos los gustos, ¿no?", apunta con rigor y melancolía el informante.

Las claves que explican la sensación de triunfo opositor fueron escritas hasta el hartazgo en esta columna: con la muerte de la ley de lemas el PJ se quedó sin un viejo reglamento que dominaba a la perfección. Los rencores y las rencillas de vieja data quedan expuestas como un lagarto al sol. Obeid y Reutemann hace tres años que no cruzan palabra; el presidente, las veces que ha desembarcado en la provincia o recibido a las autoridades provinciales y municipales en la Rosada, se ha encargado de equiparar las bondades de las gestiones peronistas y socialistas. Nuevamente, además, queda patentizada la falta de renovación de quienes aspiran a dejar la vida por un cargo. Son los mismos de siempre los que hoy quieren ser diputados o senadores provinciales.

Algo que también se puede extender al Frente Progresista, surcado por jugadores que llevan encima años de bancas. La manía de creer que todo se reduce a la rosca permanente les hace perder el norte a muchos. Desde hace bastante tiempo, el peronismo no generaba un hecho cultural tan impactante en Rosario como la feliz idea de convocar a un recital (en este caso del genial Luis Alberto Spinetta) con la invitación a regalar un libro a manera de entrada para bibliotecas populares. Pese a la hostilidad climática de un sábado regado de lluvia y viento, siete mil ejemplares fueron entregados. Salvo las autoridades de Cultura, los legisladores, funcionarios y candidatos brillaron por su ausencia. Los socialistas no suelen perderse esos bocados.

A casi seis meses de las elecciones, la política está ensimismada por las candidaturas. Es hora de pegar un salto de calidad y reclamar que los postulantes a gobernador, por una vez, ofrezcan a la ciudadanía algo más que un montón de nada. Cuando Bielsa reclama "debates y más debates" se queda solo, escuchando su propio eco como un ciego frente al mar.

Cierto es que la mayoría de los ciudadanos tampoco se involucra en estas cuestiones, anestesiada por la hinchazón moderada en sus bolsillos o por la supina levedad del Gran Hermano. Esos sí que miden en el rating.

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Bielsa, Obeid, Binner, Lifschitz, Latorre y Rossi.

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