Kirchner, entre la ficción y la realidad

Julio Villalonga

La estrategia electoral del Gobierno Kirchner sumó esta semana un módico pero no desdeñable triunfo. La decisión de Roberto Lavagna de entronizar a su colega y diputado Jorge Sarghini como precandidato de su espacio a la gobernación de la provincia de Buenos Aires significa una sola cosa: que el ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner se encerró en la única relación política que le queda, el radicalismo.

De este modo, la oposición al kirchnerismo nos ofrece casi una sola certeza de cara a la elección presidencial: con Lavagna reducido a una expresión mínima, Lilita Carrió decidida a lanzarse sola y la incógnita sobre si Mauricio Macri será candidato a Presidente luego de competir por la ciudad de Buenos Aires, está claro que semejante dispersión de votos opositores le hará el "campo orégano" a Kirchner, que recién a finales de junio definirá, con las últimas y más confiables encuestas en la mano, si será pingüino o pingüina quien vaya como candidato oficialista.

Lavagna cometió un nuevo error político al prescindir de Francisco de Narváez, quien intentó cuanto pudo unir al ex funcionario con Macri y otras vertientes opositoras en territorio bonaerense. De aquí en adelante, De Narváez probablemente siga trabajando para armar un frente entre el macrismo, Juan Carlos Blumberg y los radicales que ya han decidido no ir con Lavagna, que al optar por Sarghini se decidió por un candidato que apenas medía 1,5 por ciento mientras De Narváez orillaba el 7 por ciento, según la última encuesta de Ricardo Rouvier. De este modo, Lavagna mostró la debilidad estructural de su espacio, que lo obligó a priorizar su relación con la UCR institucional porque Sarghini es un candidato que, tras una negociación, no tendría ningún problema en bajarse de su candidatura para ceder su lugar a un radical, si esto conviene a su jefe político.

De hecho, fuentes del radicalismo bonaerense admitieron que de este modo se allana el camino a una negociación con Lavagna, que más del partido de Alem apenas contará con los apoyos individuales de los legisladores que quedaron del grupo El General, esto es el propio Sarghinim Eduardo Camaño y Marina Cassese.

En el horizonte inmediato de los lanzamientos y los realineamiento, falta conocer la decisión definitiva de Blumberg, que navega entre insistir con la construcción de un agrupamiento "panderechista" y la oferta vigente de Macri de llevarlo como su candidato a la gobernación de Buenos Aires, basado en los 15 puntos que le atribuyen diversas mediciones, incluida la de Rouvier. Daniel Scioli, por su parte, goza de la cómoda distancia que lo separa de Blumberg, casi como en la época en que se dedicaba a la motonáutica casi sin competencia.

A los suyos Kirchner le muestra los números de Scioli casi como enrrostrándoselos, atribuyéndose todo el mérito de la elección del candidato, que, a sus ojos, no parece tener defectos: depende casi totalmente del Presidente y tiene una muy baja imagen negativa. No se puede pedir más en un distrito que será tractor decisivo en el comicio de octubre.

De cualquier modo, entre aquellos que tienen muchos años en la política y vieron subir y caer proyectos casi imperiales, no se sostiene mucho la idea de que Kirchner designará a su esposa como candidata si ve que tiene asegurada la elección. "Es una operación muy arriesgada y sin antecedentes en nuestro país. Nadie se imagina un esquema de Kirchner en el llano y Cristina gobernando". Si como afirman algunos sociólogos, Kirchner es una continuidad de los 90' con algunas fracturas, el esfuerzo de imaginación se convierte en una suerte de ficción política.