Año CXXXVII Nº 49415
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores
La Región
Mundo digital



suplementos
Economía
Ovación
Escenario
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 11/03
Mujer 11/03
Economía 11/03
Señales 11/03
Educación 10/03

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 18 de marzo de 2007  
Deportes en la infancia

Es sabido que el deporte además de ser un derecho del niño instituido como tal, trae aparejados numerosos e indudables beneficios, y además de poner al cuerpo en movimiento, favorece la socialización, el lazo con pares, la solidaridad, el desarrollo de la autoestima, el respeto a la autoridad, las reglas del juego y los compañeros.

Es innegable que la actividad física es un aliado indispensable para contrarrestar el sobrepeso y las enfermedades, pero también algo tan beneficioso puede ocasionar otras dificultades si no se le presta el debido “cuidado”.

   Desde el punto de vista psicológico, en estas edades en que el niño se inicia en la práctica de un deporte (aproximadamente entre los 5 y 12 años), debiera ser lúdico y recreativo, en el marco de una “sana competencia”. Entre los deportes más populares se encuentra el fútbol infantil o “baby fútbol”. En esta ciudad y sus alrededores hay numerosas instituciones donde los niños lo practican y participan de ligas y torneos donde clasifican en puntajes. Si bien no puede generalizarse, ya que hay lugares acordes y apropiados, en ocasiones es excesiva la presión ejercida de parte de entrenadores y padres sobre los niños, para su buen desempeño en la cancha. A veces se percibe la demanda de formar equipos “competitivos” integrados por “talentos”. ¿Cuándo el deporte dejó de ser juego?

   Frecuentemente se escucha hablar de “violencia en el fútbol”, esto también sucede en el fútbol infantil. Es en este ámbito que la violencia se va naturalizando y se dan distintas situaciones: padres que alientan a sus hijos, gritan, a veces tratan bien otras “mal- tratan”, hasta llegar a escucharse improcedentes insultos hacia los niños. En ocasiones, inconscientemente, las frustraciones deportivas o personales de los padres se proyectan en la necesidad de un hijo precozmente exitoso. También se da el caso de entrenadores que gritan, dan órdenes tratan bien y/o “mal-tratan”, quizás olvidando que ellos también son educadores y por lo tanto deben explicar, contener y ayudar.

   La violencia se observa también en agresiones verbales y/o físicas entre adultos; hacia el árbitro, hacia el entrenador del equipo contrario, hacia padres; niños que salen llorando del campo de juego por haber perdido el partido, por no llegar hasta donde se les pide ¿Qué ejemplo, qué valores reciben esos niños?

   En el niño la personalidad está en vías de formación para llegar a consolidarse hacia fines de su adolescencia. Se va constituyendo en base a modelos de identificación de adultos cercanos. En esta etapa aún no dispone totalmente de mecanismos defensivos que le permitan mitigar ciertas presiones o tratos que no corresponden.

   Aunque resulte obvio y a veces no se lo tenga en cuenta, el niño es un ser humano que piensa y tiene sentimientos. Si para un jugador profesional no integrar el plantel o “estar en el banco” muchas veces es vivido con gran dolor y frustración, ¿qué sentirá ese niño que no cubre las expectativas y por lo tanto queda afuera? Además, no puede y no le está permitido decir: “No me grites”, o “tratame un poco mejor”.

   Los adultos debemos preservar los derechos de los niños y también cumplir una función preventiva respecto a situaciones que pueden evitarse. Ciertas malas experiencias si se prolongan en el tiempo pueden producir en el psiquismo infantil efectos sumamente negativos y/o traumáticos: angustia, frustración, impotencia, disminución de su autoestima, miedos, conductas de excesiva sumisión y/o dependencia, trastornos psicosomáticos, etcétera.

   Es necesario realizar un llamado a la reflexión a quienes son encargados de controlar estas actividades. Tal vez se debiera trabajar en conjunto, revisando las metodologías de las instituciones; si cuentan con profesionales idóneos para trabajar con niños; si hay asesoramiento pedagógico y psicológico y si existen controles médicos pediátricos apuntando a crear un ámbito de contención deportivo- educativo apropiado para ellos.

Analía Vergara

Psicóloga clínica

Coordinadora Instituto de Niños Colegio de Psicólogos
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados