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sábado,
10 de
febrero de
2007 |
Los maestros y los alumnos más pobres, entre las prioridades ministeriales
Un año de transición. La norma educativa nacional propone una serie de cambios que, pese al consenso logrado en la gran mayoría de las jurisdicciones, ya anuncia al 2007 como un período de transición. Un proceso que lentamente propone dejar atrás la fragmentación educativa, en donde conviven hasta el día de hoy más de 50 sistemas.
—Pese a que este será un año de transición, ¿cuáles son las prioridades para el ministerio durante los próximos meses?
—Una de las prioridades es la de los docentes. Tenemos no sólo que garantizar las condiciones materiales y salariales dignas, pues esa es la base, sino que a partir de ahí tenemos que avanzar este año seriamente en la discusión sobre formación y carrera docente, y sobre las mejores estrategias de capacitación en servicios. Ahí esta la clave. Si no, por más reformas de estructura, cambios de planes estudios y nuevos diseños curriculares, si no logramos que nuestros docentes realmente tengan una mejor formación, y se desarrollen en condiciones de trabajo dignas, el futuro de la educación no va a mejorar. Y la otra prioridad en la cual hay que avanzar es en encontrar las fórmulas para que los chicos que viven en condiciones de pobreza logren buenos resultados de aprendizaje. Desde el punto de vista técnico, diría que es el gran desafío. Tenemos una situación en la que los resultados de aprendizaje están asociados directamente a las condiciones de vida de las familias. La escuela no logra romper el determinismo social en los de los resultados de aprendizaje. Y esto es lo que hay que romper. De lo contrario seguiremos teniendo una infinidad de familias pobres que tienen chicos que aprenden poco y que reproducen el círculo de la pobreza. Este es un desafío que está al margen de cronogramas electorales y años de transición.
—Cambia la ley, cambia la estructura... ¿cambia la escuela?
—Me resulta difícil hablar de una nueva escuela. La escuela tiene que cambiar, y mucho, pero hay ciertos pilares que se mantienen inalterables. Si uno mira los países que han avanzado más, que cambian más, son al mismo tiempo muy estables. Si uno va a una escuela finlandesa, que es la que obtiene mejores resultados, sí es una escuela nueva, pero también mantiene rasgos tradicionales de una escuela donde hay profesores, hay alumnos, hay directivos y hay un vínculo de aprendizaje que es fundamental mantenerlo. No hay que creer que una nueva escuela significa cambiarlo todo. Y además hay que ir en esto haciendo procesos de cambios que sean sustentables. Entender que el discurso en el papel uno puede cambiarlo rápidamente, pero en la realidad las cosas cambian con más lentitud. Y otro gran desafío que tenemos es poder comunicar a la población estos cambios, y ahí el papel de los medios es fundamental. Que podamos informar bien. Porque a veces muchos problemas se deben a no comprender bien la naturaleza de lo que se pretende.
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