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lunes,
15 de
enero de
2007 |
Desarrollo versus renta agraria
La suba de las retenciones a la soja reavivó la discusión sobre el modelo de país a seguir
Fernando Del Corro
La reacción del sector agroexportador ante la política de subsidios, solventados con retenciones a la venta de soja, responde al criterio de aquél de apropiarse de la súper renta que generan otras políticas oficiales, como la del tipo de cambio alto que apunta a beneficiar a productores con mayor valor agregado.
En medio de una catarata de declaraciones de dirigentes ruralistas denostando la decisión oficial de apuntalar la capacidad de consumo de la población, y en particular de la de menores ingresos, el jefe de asesores del Palacio de Hacienda, Carlos Cleri, fue quien dio una respuesta.
Cleri, un viejo funcionario radical durante el gobierno de Raúl Alfonsín, recordó a los agropexportadores que la diferencia entre el tipo de cambio formal y el real, retenciones mediante, está dada por la política del Banco Central (BCRA) de sostener un dólar del orden de los 3,10 pesos.
Advirtió que de no suceder ello la paridad debiera rondar los 2,40 pesos, un valor similar al que queda como tipo de cambio real una vez liquidadas las retenciones. En resumen el sector agropexportador lo que pretende es apropiarse de una renta adicional que no es resultado de la realidad de los mercados, sino que se trata de una política de Estado.
Subsidios al campo
Tal como lo consignó el mismo funcionario no serán los sectores beneficiados con la nueva medida productores de otras variedades los únicos en recibir subsidios El costo de producción de la soja también está atenuado por el bajo precio del gasoil que en la Argentina tiene un diferencial frente a la nafta muy superior a la de casi todo el mundo
Diferencial que se explica como un subsidio a la producción agrícola y al transporte para abaratar costos para el conjunto de la población. Un subsidio que, de hecho, también se traslada a vehículos de uso personal, en muchos casos de propietarios rurales y que, en el vecino Brasil, por ejemplo, ante una situación análoga, determinó la prohibición de la venta de autos gasoleros.
Por otra parte, la política de aplicación de retenciones a ciertos tipos de exportaciones está ligada al superávit fiscal y a las políticas de desarrollo social y productivo que declara como inexcusables la administración nacional. Un tipo de cambio alto es clave para el sector manufacturero tanto como impulso a sus propias exportaciones cuanto como barrera pararancelaria.
En ese sentido son importantes los esfuerzos del gobierno nacional y de algunas provincias como Buenos Aires y Santa Fe, para favorecer exportaciones con valor agregado generadoras de empleo y producto del desarrollo científico-tecnológico, como lo son, entre otras, el software o los reactores y satélites que produce el Invap.
Igual ganan
El sector sojero tiene asegurado un elevado precio para su producción para la nueva temporada habida cuenta que la demanda de los países compradores en particular China se mantiene firme y que el área sembrada en los Estados Unidos mermó considerablemente lo que provocará una menor oferta Así demanda firme y menor oferta garantizan buen precio
El conflicto reproduce la resistencia del sector a participar de un proceso de desarrollo como ya ocurriera cada vez que algún gobierno ensayara el camino de crecimiento, desde la segunda mitad del siglo XIX cuando otros países de desarrollo capitalista tardío, como Alemania y Japón, descargaron en sus señores feudales, junkers y daimios, el peso de la industrialización.
Un siglo de disputas
El 1 º de mayo de 1923 los grandes terratenientes argentinos se horrorizaron cuando el presidente Marcelo Torcuato de Alvear dijo en la apertura de las sesiones parlamentarias que era bueno tener un agro poderoso pero que el país para desarrollarse en plenitud debía industrializarse aunque dependiera de materias primas importadas para parte de ello
El mismo Alvear debió crear el Frigorífico Nacional, luego denominado "Lisandro De la Torre", para resolver el espinoso problema de las carnes vacunas, como parte de sus cuatro leyes para regular la actividad. Todo, también, en una época en la que el peso se apreciaba, y no habiendo BCRA que interviniese (fundado en 1935), debió apelar a la aplicación de un cambio fijo.
De Perón a Alfonsín
También el gorilismo desatado contra la administración de Juan Domingo Perón 1946 1955 se relacionó en parte con la política económica de usar parte de la renta agraria para promover la industria para lo que se creó el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio Iapi que entre otras funciones garantizaba abastecer el mercado interno a precios accesibles para todos
Otro que sufrió las iras ruralistas fue Alfonsín, duramente fustigado por Guillermo Alchourón, entonces presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), y silbado e insultado por la concurrencia, en la inauguiración de la muestra ganadera anual de 1988. Curiosamente, por entonces, Alchorón era afiliado a la Unión Cívica Radical.
La SRA se había llevado el chasco dos décadas atrás con el presidente de facto Juan Carlos Onganía. El 14 de julio de 1966 éste había sido recibido en triunfo por los ruralistas entonces liderados por Faustino Fano. El dictador Onganía ese día llegó a la inauguración de la muestra en la misma carroza que había utilizado en su paso por la Argentina la infanta Isabel en 1910.
Unos meses después Onganía designó como ministro de Economía al desarrollista Adalbert Krieger Vasena. Este, como querían los ruralistas, aplicó una fuerte devaluación a la moneda nativa, pero la medida no llegó sola sino acompañada de otras varias como la toma casi todo el diferencial cambiario a los bancos y nada menos que de retenciones a los agroexportadores. l (Télam)
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